La imaginación al poder. Nunca peor dicho. Y hecho. Los ejecutivos de la aerolínea British Airways han tenido una revolucionaria y utópica idea «para salvar la empresa»: el trabajo gratuito. En un correo electrónico enviado a sus 30.000 empleados en el Reino Unido les proponen que, de manera voluntaria, cojan vacaciones no remuneradas o, directamente, trabajen sin cobrar. De momento, un mes de curro-donativo como máximo por cabeza. Más de 1.000 trabajadores respaldan ya la altruista iniciativa y su ejemplo podría extenderse en breve a otras empresas.

«Cualquier empleo es mejor que ninguno», advierten los gobernantes. «Tú di siempre que sí», aconsejan en casa. «Es lo que hay», adoctrina la escuela. Y así nos va. «Trabajo entero. Sueldo cero», corearán el primero de mayo los obreros del mañana. El capitalismo hace milagros. Y no conoce límites. De trabajar gratis a rascarse el bolsillo todos los meses por mantener nuestro puesto de trabajo van dos telediarios y otra crisis. «Paga y trabaja. Es tu derecho», pregonarán muy pronto los sindicatos. «¡Por dinero será!», alardearán los proletarios.

«La revolución empresarial fracasará si nos negamos a comprar lo que nos venden, sus ideas, su versión de la historia, sus guerras, sus armas, su noción de lo inevitable. Tengan esto presente: nosotros somos muchos y ellos son pocos. Ellos nos necesitan a nosotros más de lo que nosotros les necesitamos a ellos», proclama la escritora y activista india Arundhati Roy. Toca elegir. Apoyar a las Empresas No Gubernamentales o plantarles cara. Trabajar para el enemigo o darse de baja. Desobedecer, luchar... En definitiva, cambiar de vida.