La cima del monte Beriain amaneció ayer oculta tras grises nubarrones. La pequeña localidad navarra de Lakuntza fue, sin embargo, entrando en calor -y en color- desde primera hora de la mañana. Mochilas, neveras, tiendas de campaña, sillas plegables y litronas guardaban cola a la entrada de la zona de acampada junto a cientos de jóvenes, expectantes y nerviosos para tomar el mejor sitio en las extensas praderas preparadas para acoger a cerca de 12.000 personas. Aunque con algo de retraso, hacia las 11.20 se abrían las puertas para dar paso a todo un abanico de «iglues» y «canadienses» que poco tienen que envidiar a los típicos «todo incluido». Latas de cerveza, «tupers» de tamaño industrial repletos de macarrones, toldos con mesas y sillas... no hay duda: hay que situarse y tomar fuerzas para los tres intensos días que esperan.

Ya en el pueblo, los habitantes se preparaban para recibir a la marea de gente que, según anunciaban, llegaría en las próximas horas. «Pues parece que no es para tanto, ¿no? Con todo lo que decían... Será la crisis, que nos afecta a todos», reflexionaba un veterano lakuntzarra, mientras tomaba el carajillo y fumaba su puro de después de comer, en el bar de la plaza, transformado para la ocasión. Junto al cartel de «Hatortxu Rockeko laguntzaile», en la mayoría de los bares de la localidad quedaba bien visible el de «hay bocatas». Los vasos de cristal eran reemplazados por los del festival en formato caña y «katxi».

Trabajo voluntario y solidario

La jornada amaneció mucho antes para los organizadores y voluntarios que ocupaban los primeros turnos. «Ayer nos acostamos a las tres de la mañana y hoy hemos empezado a las seis. Había que atar los últimos flecos», nos comentaban algunos de los organizadores que llevan instalados en Lakuntza desde el lunes pasado. El trabajo de montaje, sin embargo, empezó a primeros de junio. «Mucha gente que está en el paro o en su tiempo libre ha venido a ayudar en el montaje de escenarios, las vallas o lo que fuera».

Teniendo en cuenta que ayer era día laborable para muchos, la afluencia de gente empezó a notarse a partir de las 17.00. En las calles de Lakuntza, la Elektrotxaranga puso el ambiente necesario con sus bailables versiones de las bandas más conocidas de Euskal Herria de los ochenta y noventa; y con la fiesta en el cuerpo, la gente se dirigió hacia los principales escenarios.

La masiva afluencia de gente provocó algunas retenciones tanto como para recoger las entradas como para entrar a la zona de acampada, pero poco a poco y con mucha paciencia fueron disipándose. Ésa fue la única pega del día que mencionó la organización, ya que el resto salió tal y como estaba previsto.

Controles

Otro de los elementos que «entraban dentro de lo previsto» fueron los controles de carretera. Conforme iba avanzando la tarde, llegaron los primeros impedimentos por parte de la «autoridad». La Guardia Civil instaló un control en la carretera que va de Etxarri hacia Lakuntza, obligando a parar a todos los que se dirigían a este festival. A continuación, fueron tomando todas las entradas de la localidad, resultando imposible acceder al Hatortxu Rock sin pasar por uno de estos puestos. Los controles también se extendieron hasta la zona de Iruñea. La gente que llegaba denunció que habían sido identificados y registrados. Además, quisieron destacar «incomprensibles y desconcertantes comportamientos de circulación de estos agentes armados».

Por su parte, la organización manifestó que «esta iniciativa de solidaridad surgida con el trabajo de cientos de ciudadanos es imparable» y que la Guardia Civil «no tiene nada que hacer contra la muralla de solidaridad que se va a construir este fin de semana en Lakuntza».