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Un pacto de financiación que, para los críticos de ERC, no cambia el modelo

El president José Montilla ha regresado al consejo territorial del PSOE, en Madrid, al que no asistía desde hace dos años. Simbólicamente, ha dado por cerrado el desacuerdo que mantenía con José Luis Rodríguez Zapatero en relación a la reforma del sistema de financiación.

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Laia ALTARRIBA

Un José Luis Rodríguez Zapatero eufórico celebraba que el acuerdo aprobado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera supondrá un «antes y un después» en la percepción que tiene una parte de la población catalana sobre el trato que recibe de Madrid. Es lógica la satisfacción del presidente español, pues ha logrado rehacer la relación con el PSC y, además, ha conseguido el apoyo de ERC al pacto.

Los republicanos lo decidieron en el Consell Nacional del partido el pasado día 13 con un 85% de votos favorables. El presidente de la formación, Joan Puigcercós, justificó el apoyo en una entrevista al periódico «Avui»: «Hemos recortado una tercera parte del déficit fiscal». Aunque preguntado por su confianza en la cifra prometida por la ministra Elena Salgado para 2012 (3.855 millones de euros para Catalunya), reconoció que «en esta vida no hay nada garantizado, y menos cuando hablamos de Madrid».

Una de las voces disonantes en el Consell Nacional d'ERC fue la de la economista Elisenda Paluzié, militante de la corriente interna Esquerra Independentista y decana de la Facultad de Economía y Empresa de la Universitat de Barcelona. Paluzié ha explicado a GARA su voto negativo: «Defendí que no debíamos apoyar el modelo, entre otras cosas porque las cifras no estaban claras. No es seguro que haya los más de 3.800 millones en 2012, como ha asegurado el Govern catalán. Además, creo que no debíamos apoyar el pacto porque nos dificultará tener un discurso coherente de cara al futuro». Se refiere a la declaración de ERC en el sentido de que tras las próximas elecciones autonómicas (previstas para otoño de 2010) sólo pactará con quien se comprometa a trabajar para lograr el Concierto Económico. Paluzié se pregunta «qué credibilidad vamos a tener frente al electorado si ahora nos hemos visto metidos en la campaña mediática del PSC, que asegura que lo logrado es tan bueno».

Cambio de modelo y biteralidad

La Generalitat entró en la negociación de la reforma del sistema de financiación autonómica con el propósito de lograr un nuevo modelo en el que hubiera bilateralidad en la toma de decisiones. Pero Paluzié argumenta que, en realidad, no hay ningún cambio de modelo: «Catalunya continúa estando dentro del régimen común donde es el Estado el que decide de manera centralizada lo que le toca a cada uno. La diferencia es que hasta ahora había un solo fondo, pero a partir de ahora habrá dos fondos de distribución y se tendrán en cuenta algunas variables nuevas, aunque el modelo es el mismo». Así pues, no existe «bilateralidad» sino «multilateralidad», que se concreta en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Pero es una multilateralidad en la que el Estado tiene la mitad de los votos y el resto se reparten entre las quince comunidades y dos ciudades autónomas participantes en el órgano. Además, cada comunidad tiene una comisión mixta con el Estado, sujeta a los acuerdos del Consejo estatal.

Interpretación de las cifras

El conseller catalán de Economía, Antoni Castells, ha sido el máximo defensor de las cifras de este acuerdo. Frente a las voces que los últimos días han puesto en cuestión la garantía sobre los millones prometidos, Castells volvía a comparecer a inicio de semana para defenderlas: «Los 3.687 millones de financiación previstos para 2012 no son cuestionables». Pero Elisenda Paluzié no tiene la misma confianza, puesto que considera «muy complejo entrar a valorar las cifras concretas, cuando algunas se han fijado pero todavía quedan muchas en el aire». Sólo se aventura a opinar sobre el primer año: «Para 2009, el conseller prevé una mejora de 2.151 millones. La mitad de ellos llegarán del reparto de los fondos adicionales; pero para llegar a la cifra de Castells tiene que venir dinero del fondo de competitividad y de la dotación por política lingüística, y esto aún no se ha concretado».

Al poco de conocerse el acuerdo, el secretario general adjunto de CiU, Felip Puig, aparecía ante a los medios con un durísimo discurso contra el nuevo pacto. Para Puig, el acuerdo «hipoteca el país» porque es un modelo insuficiente que «ni cumple lo previsto en el Estatut ni tiene en cuenta la voluntad del pueblo de Catalunya a la hora de mejorar el autogobierno». Además, lamentaba que el Gobierno español menoscabe a la Generalitat «al no confirmar ni desmentir las cifras». Esta crítica frontal sorprende viniendo de un partido acostumbrado a lo que en Catalunya se conoce como política de «peix al cove» (que, más o menos, significa aceptar lo que puedas lograr hoy sin pelearte por lo que pueda ocurrir en el futuro). Posiblemente, esta actitud responde más a que a CiU le hubiera gustado ser ella misma quien cerrara este acuerdo que a su desacuerdo con lo pactado.

A pesar de que el Tripartit ha aguantado unido la resolución del pacto, parece que la calma no durará mucho tiempo. En pocas semanas se deberá conocer la sentencia del Tribunal Constitucional en referencia al Estatut. La previsión en medios periodísticos es que la sentencia va a mantener el «caparazón», pero vaciará de contenido el texto. Una nueva prueba de estabilidad para el Govern y, en especial, para el perfil independentista de ERC. Mientras tanto, Elisenda Paluzié reflexiona sobre como se irá concre- tando la financiación y advierte de que «el tiempo quitará y dará razones».

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