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Pánico a la política

Los partidos políticos y los gobiernos suelen tener pánico a la autocrítica. Por eso en su gran mayoría reclutan a gente dócil, adocenada y servil que no esté dispuesta a poner su puesto en peligro por decir una verdad incómoda. Ésta es, entre otras, una de las razones de la falta de credibilidad de la clase política. Pero normalmente ese miedo a la autocrítica se da cuando ésta la hacen los del propio bando, no cuando la realizan los adversarios. Por eso resulta chocante saber que lo que ha generado pánico en los poderes del Estado español es, precisamente, un documento de trabajo destinado a las bases de la izquierda abertzale en el que, junto a una aclaración estratégica y de línea política, se realiza una autocrítica fundamentada y radical enfocada a recomponer las bases no sólo de ese movimiento político, sino del independentismo vasco en general.

El documento al que GARA ha tenido acceso y del que hoy publica algunas claves muestra una lectura alejada de la autocomplacencia habitual en las cúpulas de los partidos políticos. Se trata de un documento de debate de calado, que ofrece una visión retrospectiva sobre la historia de la izquierda abertzale y una estrategia de futuro dinámica y gradual para lograr sus objetivos tácticos -un marco democrático- y estratégicos -la independencia de Euskal Herria y el socialismo-. Evidentemente, quienes no compartan esos objetivos no compartirán sus tesis. Pero difícilmente podrán defender que no se trata de un documento sólidamente razonado y con elementos interesantes. Quizá no dice lo que ellos querrían que dijera, pero eso es normal. Pretender que el otro diga lo que uno quiere que diga es puro dogmatismo.

Por encima de la media de otros países de su entorno, en Euskal Herria la política es una pasión compartida por personas de diferente ideología e identidad que ven en ella el mejor modo de resolver los conflictos. Frente a ellos se sitúan un Estado y un stablishment que aborrecen la política y que sólo utilizan su poder e influencia para tomar decisiones ajenas a los intereses de la sociedad. Se hacen llamar políticos, pero tienen pánico a la política, a la democracia. Se empeñan en llamar a quienes no piensan como ellos «terroristas», pero son políticos.

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