Guerra. Si no fuera por el anacronismo, la operación mediática, política y policial desarrollada la pasada semana contra militantes de la izquierda abertzale bien podría haber inspirado a Karl von Clausewitz al definir la guerra como una extraña trinidad.

El ministro de Interior español advierte: «mientras haya violencia, ningún radical va a poder hacer política en este país, la Policía se lo va a impedir sistemáticamente». No precisa qué tipo de violencia ni lo que entiende por «radical». Dado que el repertorio de la violencia de nuestros gobernantes es bastante limitado, podemos deducir de qué y de quiénes está hablando.

Paz. Las tropas españolas en Afganistán reparten chupa chups y se dedican a labores de fontanería y cuestiones conexas. Puede que a partir de ahora instruyan, además, en el arte de cocinar en tiempos de guerra y ajustes estructurales. Que nadie se lleve a engaño: las fuerzas armadas españolas no hacen la guerra. Actúan siempre en misión de paz. Como `nuestro' juez estrella, que es un pacificador nato interesado en asuntos como la Verdad y la Justicia... en otros países. Aquí practica la self-reflexión.

Paradigma. ¿Quién es más responsable de que ETA siga existiendo, quienes no condenan «la violencia» o quienes actúan políticamente acomodándonos a la actual situación? Podemos servirnos de métodos del pasado para llegar al grado cero de democracia (que es donde estamos). Alguien dijo una vez que los saint-simonianos habían previsto el desarrollo de la industria mundial, pero que no habían contado con la lucha de clases. Quien vaticinó el final de la izquierda abertzale, tal vez no había contado con...