Consciente de la desazón que ha provocado ya la decisión de la curia vaticana de situar a José Ignacio Munilla al frente de la diócesis de Donostia, el obispo dimisionario emitió un comunicado, acompañado de una grabación en video, en el que avala lo acordado por Benedicto XVI. Juan María Uriarte se vale de principios del Concilio Vaticano II, de los que reniega su sucesor, para defender la «autoridad» del Papa al nombrar a los prelados; también a Munilla Aguirre, alejado de la línea pastoral mayoritaria entre los católicos guipuzcoanos.

Munilla será consagrado como obispo de Donostia el 9 de enero, cuando, según señala Uriarte, será «vuestro legítimo pastor». «Así lo reconoceré públicamente y así os pido lo reconozcáis todos los presbíteros, religiosos y laicos de Gipuzkoa», manifiesta el de Fruiz.

Es un secreto a voces que el retorno de Munilla rompe con la comunión que durante tres largas décadas ha existido entre la mayoría de la comunidad diocesana y su obispo. Por ello, Uriarte insiste en que ésta deberá seguir la controvertida pastoral del prelado neoconservador. «Nunca es fácil en ningún rincón del mundo la comunión de todos con el obispo. Pero la comunión es elemento esencial e irrenunciable de nuestra adhesión eclesial. Por eso habremos de cultivarla y expresarla todos, aún en medio de las dificultades, con una fe adulta impregnada de amor eclesial», dijo.

El mensaje difundido por Juan María Uriarte va en la línea de quienes desde el seno de la Iglesia guipuzcoana auguraban que no habrá un movimiento de resistencia contra Munilla y su guardia de corps proveniente del Seminario de Toledo. «Yo no les recomendaría que traten de aunarse y formar un gran bloque de resistencia. No merece la pena. Hay muchas cosas demasiado importantes que hacer y donde invertir energías», señala el franciscano Joxe Arregi.

«El golpe y la humillación que supone para la Iglesia guipuzcoana es muy grande -reconoce el teólogo de la Universidad de Deusto-, pero hay que perder el mínimo posible de energías en este tipo de querellas eclesiásticas. Además, la máquina vaticana, liderada en el Estado español por Rouco Varela, es demasiado poderosa. Dediquémonos a lo que merece la pena, con inteligencia y con la paz que podamos».

Desde Palencia, el nuevo obispo aseguró que acudirá a su nuevo destino sin ganas de polemizar. Quien obvió la pastoral de su obispo cuando era párroco de Zumarraga se declaró «hermano, padre y pastor de todos con humildad y confianza, consciente de la pluralidad de sus hijos», entre los que se incluyó al ser natural de la diócesis que ahora le encomienda Joseph Ratzinger.

A pesar de que su nombre siempre ha estado en la terna para suceder a Uriarte, desde antes de ir a Palencia dijo que el nuevo nombramiento «no entraba» en sus planes, «ni siquiera durante los insistentes rumores que aparecieron».