La prohibición del velo integral alerta sobre el ataque de derechos de los musulmanes en europa
La propuesta del presidente francés de prohibir el uso del burka y el niqab -extremadamente minoritario- en el Estado francés es el último episodio de una serie de decisiones adoptadas en Europa contra los derechos de la población musulmana, como la prohibición de minaretes en Suiza o el debate sobre la identidad francesa impulsado por el propio Sarkozy, en el que se arremetió contra los inmigrantes. Los defensores de esta medida se justifican en la protección de los derechos de la mujer.Martxelo DÍAZ
En el Estado francés, la presencia del velo islámico en los colegios públicos está prohibido por ley desde 2004, después de que se registraran varias polémicas sobre la presencia de esta prenda. El argumento de esta ley es que la escuela debe ser un espacio laico, por lo que no se pueden llevar símbolos de pertenencia a una religión concreta, por lo que también prohíbe la presencia de kippas judías o crucifijos cristianos ostentosos. Se permite llevar colgantes con pequeños crucifijos, estrellas de David o manos de Fátima. Aunque la norma hace referencia a las tres religiones, popularmente se la conoce como «ley del velo islámico», porque fue esta prenda la que provocó más incidentes, ya que varios centros prohibieron a sus alumnas vestirla antes de que se aprobase la ley.
La propuesta de Nicolas Sarkozy supone ir más allá, ya que prohibiría la presencia del burka o niqab en cualquier espacio público, incluida la calle. En cualquier caso, las mujeres francesas que visten burka, una prenda afgana, o el niqab son una extrema minoría. La mayoría de las musulmanas francesas visten el hiyab, un pañuelo que deja ver el rostro y que únicamente cubre el cabello. Según el ministro del Interior, Brice Hortefeux, de los más de cinco millones de musulmanes que viven en el Estado francés sólo 1.900 mujeres llevan velo integral.
En el fondo del debate, está la pregunta de si el Islam es compatible con la democracia europea. O la cuestión de si una mujer que viste velo es dueña de sus derechos y opta por esta prenda libremente o padece una imposición de su entorno. Más allá de las descalificaciones del Islam como una religión retrógrada que revelan un pensamiento eurocéntrico y excluyente, existen miles de mujeres musulmanas que visten hiyab y que estudian, trabajan y militan en formaciones de izquierda. Es el caso de Ilham Moussaïd, estudiante de 22 años que se presenta como candidata por el izquierdista NPA, que lidera Olivier Besancenot, en las elecciones regionales de marzo en Provenza-Alpes-Costa Azul. «Se puede ser laica y feminista llevando el velo», reivindica.
En el Estado español, el presidente del PP, Mariano Rajoy, lanzó en 2008 una propuesta similar a la de Sarkozy, en la que avanzaba que prohibiría el velo islámico y reclamaba a los inmigrantes que se comprome- tieran a «respetar las costumbres españolas», un concepto que, cuando menos, puede calificarse de indefinido.
En el Estado español también se han dado casos de niñas a las que no han dejado acudir a clase con el hiyab, como sucedió en el colegio Severo Ochoa de Ceuta -donde la población musulmana es autóctona y no inmigrante- en 2007. También se han dado casos en Madrid o Girona. Asimismo, el juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez obligó a una mujer a quitarse el velo para declarar en un juicio. Iniciativas como la del alcalde de Vic de negar el empadronamiento a los inmigrantes, aunque no afecten únicamente a los musulmanes, han extendido el sentimiento de que los valores europeos de respeto a las identidades no son más que palabras huecas que en época de crisis económica pierden toda su sentido.
En los Países Bajos, donde en los últimos años las formaciones antimusulmanas han experimentado un notable crecimiento, existen varios proyectos de ley para prohibir el uso del velo integral, especialmente en la enseñanza pública.
En Dinamarca, el Gobierno liberal-conservador también analiza la conveniencia de elaborar una ley que prohíba el velo integral en la vía pública, las escuelas o los tribunales. En 2009, el Partido Conservador retiró una propuesta en este sentido después de que el Ministerio de Justicia advirtiera dificultades jurídicas en su aplicación.
En Italia, existe una ley de 1975 que prohíbe cubrirse el rostro en lugares públicos por motivos de seguridad. Se buscaba impedir, por ejemplo, que los mafiosos usaran los cascos de moto para delinquir. Alcaldes de la xenófoba Lega Nord han aprovechado esta ley para prohibir el uso del velo integral o del traje de baño llamado burkini en sus municipios. Esta formación presentó en 2009 un proyecto de ley que preveía castigar con dos años de prisión y 2.000 euros de multa a quien «por su pertenencia religiosa dificulte o impida su identificación».
En Austria, la ministra socialdemócrata de la Mujer, Gabriele Heinisch-Hosek, propuso recientemente la prohibición del velo integral si el número de mujeres que usan esta prenda aumenta sensiblemente en la república alpina.
En Bélgica, varios municipios han aprobado ordenanzas contra el velo integral en los lugares públicos, prohibiendo cubrirse el rostro. Eso sí, contemplan la excepción del Carnaval.
En Alemania, la diputada verde de origen turco Ekin Deligöz ha llevado a cabo varias campañas dirigidas a las mujeres musulmanas para que dejen de vestir el velo, el hiyab en este caso, como modo de defender sus derechos. Deligöz ha denunciado que ha recibido insultos y amenazas por ello.