Los civiles huyen y los talibán se preparan para la batalla en Helmand
Los talibán están reclutando milicianos con vistas a afrontar la inminente ofensiva que el Ejército afgano y las tropas ocupantes están ultimando en la provincia de Helmand, según sostienen los civiles que están huyendo de la zona por temor a la violencia. Esta batalla podría convertirse en clave para el futuro de la guerra contra la resistencia en el país centroasiático. Centenares de familias habrían abandonado ya la región y el éxodo continúa.
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La gran ofensiva militar que se está gestando en el sur de Afganistán pretende mostrar a los insurgentes que el Gobierno de Kabul extiende su control, afirmó el domingo el comandante en jefe de las fuerzas ocupantes en este país, general Stanley McChrystal. Miles de tropas afganas y soldados de la OTAN preparan una amplia operación en la provincia de Helmand, bastión de la resistencia islamista.
Esta operación, que comenzará en cuestión de días, «enviará una fuerte señal de que el Gobierno afgano extiende su control en materia de seguridad», declaró el general estadounidense, que dirige a los 113.000 soldados de las fuerzas extranjeras presentes en Afganistán.
Las tropas pretenden tomar el valle de Marjah, situado en una de las principales regiones productoras de opio y donde viven 80.000 personas. El objetivo es, para EEUU, «romper la retaguardia» de los talibán y dibujar un punto de inflexión que incline la balanza a favor del régimen instaurado tras su derrocamiento en 2001. De hecho, no se ha ocultado la inminencia de esta ofensiva, lanzando octavillas desde helicópteros de la OTAN, con la esperanza de que los talibán renuncien a combatir.
«Tiene que ver con hacer saber a la gente que los talibán más radicales o muchos de ellos se irán y apenas habrá combates», indicó el sábado el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates.
Sin embargo, los civiles que abandonan por centenares Marjah aseguran que los talibán no están huyendo, sino que se están atrincherando. «Los talibán no se van de Marjah. Les hemos visto preparándose. Están trayendo gente y armas. Sabemos que va a haber un gran combate», declaró un hombre de Marjah recién llegado a la capital de Helmand, Lashkar Gah.
«Los talibán están muy activos. Están colocando minas en Marjah y en zonas cercanas», dijo otro civil, Abdul Jaleq, tras llegar a Lashkar Gah con su familia.
Un comandante de la guerrilla talibán en Marjah, Abdulah Nasrat, aseguró en declaraciones telefónicas a Reuters que cuentan con unos 2.000 combatientes dispuestos a luchar a muerte. «Estamos bien preparados y lucharemos hasta el final. No tenemos armas sofisticadas como las de los americanos, pero contamos con el fervor islámico. Ése es el poder con el que lucharemos contra los infieles», indicó.
«Bajo control»
Yusuf Ahmadi, portavoz de los talibán, en conversación telefónica con AFP desde un lugar secreto, aseguró que «tenemos la situación bajo control, y estamos dispuestos a combatir».
«Los talibán son ahí numerosos. Son violentos con nosotros, nos acusan de ser espías de las fuerzas extranjeras, y continuamente nos piden alimentos», asegura Habibulá, de 48 años, que huyó hace dos semanas con su familia hacia Lashkar Gah.
«Los habitantes de Marjah, que viven bajo control de los talibán, y con la presencia de traficantes de droga, no tienen muchas opciones», aseguró el gene- ral McChrystal, quien agregó que «queremos decirles que cuando el Gobierno haya restablecido la seguridad, entonces sí tendrán opciones. Podrán elegir lo que quieren producir, vender su producción en los mercados, no tendrán que vérselas solamente con narcotraficantes que los obligan a cultivar opio».
El general indicó que en el marco del programa de reconciliación propuesto por el presidente afgano Hamid Karzai, con una política de mano abierta a los insurgentes arrepentidos, la operación que se prepara no es solamente militar.
Será «una operación a la vez militar y civil, ya que lo que va a cambiar no es sólo el nivel de seguridad, sino también la gobernabilidad» de la región, apuntó McChrystal, quien precisó, por las dudas, que se trata de «una operación dirigida por Afganistán» y no por la OTAN.
Denominada «Operación Mushtarak (juntos, en dari)», la ofensiva se produce tras otras dos operaciones llevadas a cabo el año pasado en esta región, considerada como una de las más peligrosas del país centroasiático.
Dos oficiales suecos y su intérprete afgano murieron ayer en un ataque en Mazar-i-Sharif, en el norte del país. En la provincia sureña de Kandahar, al menos cuatro policías fallecieron al explotar una bomba al paso de su vehículo.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, considera que Rusia y la Alianza Atlántica tienen posibilidades de colaborar en Afganistán.
Durante la apertura de la última jornada de la Conferencia sobre Seguridad en Munich, Rasmussen manifestó que en «esta época de inseguridad globalizada, nuestra defensa territorial debe empezar más allá de nuestras fronteras».
«Ante las amenazas actuales ya no funcionan los métodos antiguos», señaló, y citó el ejemplo de Afganistán, donde colabora ya con naciones que no son miembros de la organización.
A su juicio, si Afganistán «se convierte de nuevo en un refugio del terrorismo», para Rusia será dificil luchar contra el narcotráfico y tener un vecino tan problemático al lado de sus fronteras.
La OTAN espera que Moscú contribuya al esfuerzo afgano con helicópteros, instructores militares y policiales y colaborando en la lucha al cultivo de opio y al narcotráfico.
Rasmussen señaló que la OTAN debería convertirse en «un foro de consulta sobre asuntos de seguridad global, donde dilucidemos cómo encarar juntos los desafíos globales». GARA