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Raimundo Fitero

Apologías

Intereconomía es una cadena ideológicamente ultramontana, hace constante apología de una idea totalitaria de la organización social, yo la identificaría como tardo-franquista, pero a lo mejor es simplemente neo-liberal, que es donde se refugian todos los reaccionarios y resucitadores de las reconquistas y las cruzadas del nacionalismo españolista presentado, siempre, en todas sus variantes, como una muestra de la modernidad más exigente, la de que tiene la vista vuelta a los finales del siglo diecinueve como objetivo de resucitar las relaciones laborales en la preindustrialización, que es hacia donde nos llevan alegres y jubilosos los actuales gerentes gubernamentales. El tono general de la cadena del toro, es bastante infumable, pero como siempre hay contradicciones en nuestra vida, tiene un programa dedicado a los libros, a la literatura que se hace con formas, estilos y contenidos que no cuadran con el tufillo general. Excepciones.

Aquí hay más dudas, y no sabemos si es un excepción, una regla, un residuo o un fallo contractual, pero en La 2 se sigue emitiendo «Jara y sedal», un programa que se dedica a jalear a los escopeteros, que pretende hacer de la caza un acto ecológico, como si la cinegética fuera lo normal y no las batidas sin control, y hasta se permiten aleccionar a los ingenuos telespectadores con discursos que aseguran que las monterías en La Mancha son la mejor manera de perpetuar el paisaje, que son un bien para la economía, y que sin ellas todo iría peor.

Más dudas: si es así, ¿por qué solamente pegan tiros los señores adinerados? Digo que si es tan bueno para todo, si es una manera de revivir el ancestro del hombre cazador, ¿por qué no lo recetan en los ambulatorios? Estamos ante otra apología, la de la violencia cazadora como entretenimiento de señoritos y arribistas varios. Parangonable a los toros, que han desaparecido con buen criterio de la televisión pública que sigue manteniendo a los depredadores ociosos y ricachones copando minutos televisivos para enseñarnos como maltratan y matan animales sin más necesidad que demostrar su poderío como retrató con lucidez Berlanga en sus películas.

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