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Martin Garitano Periodista

Muchas certezas

Se han cumplido ya diez meses desde que el militante de ETA Jon Anza fuera interceptado en el tren que cubría el trayecto Baiona-Burdeos a donde acudía con la intención de reunirse con uno o varios compañeros de esa organización.

El silencio oficial, después de las mentiras a cargo de los Pérez Rubalcaba y Patxi López de turno, resulta más que expresivo. Dice bastante más que muchas palabras.

Han transcurrido diez meses desde que manos que adivinamos enguantadas en cuero le hicieron descender del tren en un punto aún por determinar y -nos cuentan los pocos que se han molestado en investigar un poco en torno a la desaparición de Anza, en rascar sobre las carpetas de los secretos oficiales- acabaron con su vida en lo que antes llamaban un hábil interrogatorio. Luego sería la cal viva.

Diez meses después de aquellos hechos, muchas dudas rodean el caso. Tantas como certezas. Porque no sabemos el color del uniforme de quien lo hizo desaparecer, pero tenemos la certeza del color de la bandera que porta en la pechera del mismo. No sabemos cómo lo hicieron, pero sabemos cómo se las gastan. Los informes forenses de Joxean Lasa y Joxi Zabala son tan explícitos como estremecedores. Tampoco sabemos dónde está Anza, pero tenemos una certeza: dos estados han vuelto a ensuciarse las manos con un desaparecido. En el siglo XXI y en el corazón de Europa.

Corren vientos de esperanza en nuestra tierra y es posible que el tren de la Historia de Euskal Herria haya encauzado una vía que nos conduzca al final del trayecto, a la soberanía respetada por esos dos estados, al armisticio y la paz. Ese día habrá que afrontar la dura tarea de crear una comisión de la verdad para que se sepa lo que aquí sucedió durante décadas. Para que los que ahora callan, pero saben, hablen de una vez. Para que la normalización política no hinque sus cimientos en una historia incompleta, falseada.

Porque esta historia no puede ser escrita, una vez más, por los que nunca han dudado en recurrir a la violencia más brutal a la hora de imponer su delirio imperial y aplastar las demandas de emancipación nacional y social. Tenemos memoria y queremos saber qué hicieron con Jon Anza. Sabemos quiénes son los que lo saben. Otra certeza.

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