Cientos de personas invadieron ayer pacíficamente las calles y plazas del centro histórico de L'Aquila, aún cerrado al paso, para protestar por la lentitud de la reconstrucción de esta ciudad del centro de Italia, tras el terremoto que el pasado 6 de abril causó cerca de 300 muertos.

A esta acción la denominaron «la protesta de las llaves», pues los ciudadanos colgaron las llaves de las que eran sus casas en las vallas que les impiden acceder al centro histórico de L'Aquila y a sus viviendas.

El pasado fin de semana, cerca de 300 ciudadanos retiraron las vallas y consiguieron introducirse en la zona cero, donde diez meses después del terremoto sólo se puede entrar por motivos urgentes, en compañía de los bomberos, y tras pedir una autorización al Ayuntamiento.

La iniciativa se repitió ayer, pero esta vez fueron cerca de un millar las personas que, saltándose todas las prohibiciones, pasearon por las callejuelas medievales y las plazas que una vez fueron monumentales.

Ayer también el alcalde de la ciudad, Massimo Cialente, y la presidenta de la provincia de L'Aquila, Stefania Pezzopane, se unieron a los manifestantes para conversar con ellos.

Los ciudadanos presentaron a Cialiente, nombrado subcomisario para la reconstrucción, sus críticas por los retrasos en la recuperación del centro histórico y la retirada de los escombros que aún impiden el paso a algunas calles principales.

Las fuerzas de seguridad que vigilan desde abril el centro para evitar el saqueo decidieron no intervenir ante la presencia de los ciudadanos y les dejaron pasear por las calles en las que vivían antes del seísmo.

Como antes del terremoto, los ancianos se reunieron en Piazza Palazzo para cantar viejas canciones locales, mientras que el resto de ciudadanos aprovechó la ocasión para echar una ojeada al estado de sus casas.

Tartekia

Lehenengo paragrafoa.

Gainerako paragrafoak.