El Athletic ha ofrecido prácticamente de todo a sus aficionados a lo largo de la temporada. Alegrías, algún fiasco, golazos, churros y, sobre todo, emociones. Para bien y para mal, a los rojiblancos les va la marcha. Sobran dedos de una mano para contar los partidos que no han acabado con el personal como el Dioni, mirando con un ojo al césped y el otro al cronómetro, y con el equipo sufriendo al límite para mantener su ventaja o neutralizar la del contrario.

Bien, pues la tranquilidad es una posibilidad como cualquier otra. Incluso para San Mamés, pese a que la experiencia se disfrute de pascuas a ramos y no siempre para bien. Ayer tocaba y el Athletic no perdonó. Algo que muchos podían dar por descontado, teniendo en cuenta que los bilbainos recibían a un rival con todas las estadísticas en contra: el penúltimo clasificado, visitante más asequible de la categoría -el Tenerife sólo ha rascado dos puntos lejos de su estadio-, segundo equipo menos goleador de la categoría, tercero más goleado... Pero los antecedentes de la propia escuadra rojiblanca restaban optimismo a los pronósticos. Y sin remontarse demasiado en el tiempo. Sólo hacía dos semanas que el eterno colista había rozado la campanada, obligando al Athletic a exprimirse para remontar en el último suspiro.

El propio Joaquín Caparrós aseguraba prever un duelo similar y de ahí, y de la proximidad del viaje a Bruselas, la pequeña revolución que vivió el once bilbaino, con seis caras nuevas que incluían la presencia de Igor Gabilondo -titular por segunda jornada consecutiva- y David López, que regresaba a una formación en la que no se ha prodigado demasiado, casi tres meses después de que actuara de inicio frente al Valencia.

Lo cierto es que las previsiones no tuvieron demasiado que ver con la realidad. Entre otras cosas porque el partido se le puso de cara al Athletic de inmediato. Cumplido el cuarto de hora, Amorebieta sorprendía subiendo por banda y la acción acababa con el derribo de Gaizka Toquero en el área. Penalti, expulsión de Culebras y gol de Llorente. La oportunidad la pintaban calva para olvidar el mal sabor de boca -futbolístico y extradeportivo- del jueves y el Athletic no le hizo ascos, aunque le costó entrar en calor. Y eso que, cinco minutos después, el panorama mejoraba aún más, al convertir Toquero un balón peinado por Llorente y David López en el 2-0.

Sin embargo, hubo que esperar hasta el segundo tiempo para que los bilbainos se desmelenasen. Con menos balonazo, más tranquilidad y los jugadores con ganas de gustarse, el Athletic tocó más y mejor en la reanudación. Frente a un Tenerife que arrojó la toalla -aunque Juanlu maquilló el marcador con un bonito gol y el inevitable Nino envió un balón a la cruceta-, los bilbainos se plantaron en el área una y otra vez, repartiéndose oportunidades y goles.

Iraola, al que le habían anulado uno por fuera de juego, hizo el tercero, pescando un centro-chut de Koikili, y Gabilondo redondeó al empalmar de volea un servicio del hombre de la tarde, Gaizka Toquero. El gasteiztarra se llevó la mayor ovación de una jornada repleta de aplausos y con minutos para hombres como De Cerio o Joseba Etxeberria que, en la segunda parte, dieron un respiro a los hombres con más tute.