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Orsola Casagrande (*) Periodista

Imrali de Europa

 

Imrali no está tan lejos. Muchas personas comparten la suerte de Abdullah Öcalan. Nunca fue tan evidente como en las últimas semanas. Es de sobra conocido el aislamiento de Öcalan, recluido en la isla-cárcel de Imrali desde hace once años, hasta hace pocos meses como único detenido. Pero no menos dramática es la situación que viven millones de kurdos en Turquía, rodeados por un muro difícil de penetrar. Y también viven aislados los kurdos que residen en Europa. Solos. Invisibles. Casi da verguenza decirlo. Porque de repente se siente que la conciencia empuja desde dentro, desde la boca, desde el estómago.

En estas últimas semanas este aislamiento se ha puesto en evidencia. Es tangible. Decenas de jóvenes, activistas, dirigentes de organizaciones legales, han sido detenidos en Italia, Francia, Bélgica. La última, cronológicamente, ha sido la operación llevada a cabo por trescientos agentes antiterroristas belgas contra RojTV, la televisión kurda por satélite (con licencia legal en Dinamarca).

La acusación habla del PKK, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán que Europa sumisamente ha puesto (USA y Turquía ordenan) en la lista de organizaciones terroristas. La Policía entró en los estudios de Roj TV a las cinco de la mañana. Registró y detuvo a varias personas, entre ellas periodistas, que después han sido puestas en libertad. Roj TV (antes Med TV, después Medía TV: no cambia el nombre por gusto, sino porque, como ocurre en Turquía con los partidos kurdos, es perseguida e legalizada) todos los días transmite una programación variada: desde noticias a análisis, desde talk-show hasta programas para niños. Todo es transparente: basta con encender el televisor y verlo. Quienes hablan en Roj TV dicen abiertamente lo que piensan. Denuncian la situación en Kurdistán (en sus cuatro partes: Irán, Iraq, Siria y Turquía). Informa, debate y discute. A la luz del sol. Y, sobre todo, propone.

Antes que esta operación en Bélgica hubo otra conjunta italo-francesa. Se desmanteló un campo de «entrenamiento ideológico» en Toscana, según repiten las agencias, filtrando información policial. En definitiva, según la acusación (artículo 270 bis del código penal) el PKK reclutaba jóvenes para ser enviados a combatir en Kurdistán. En Italia, el partido kurdo se ocupaba sólo de adoctrinar ideológicamente. No se han encontrado armas. No hay indicios de entrenamiento militar, subraya la Fiscalía de Venecia. Sólo se enseñaba «ideología» en el supuesto campo para jóvenes.

Quizás porque viene continuamente a la mente la escuela Frattochhie del PCI. Pero también las parroquias... «Adoctrinamiento ideológico» es la definición post 11-S con la cual se etiquetan actos públicos, que podrían ser comparados con las escuelas de cuadros o el catequismo. Se alegará que se mostraron videos de la guerrilla. En sus casas, muchos camaradas conservan celosamente «Guerra de guerrillas», de Che Guevara, y cosas por el estilo.

Decenas de kurdos detenidos, centenares de miles aislados, celebran cada año el Newroz, fiesta nacional kurda, el 21 de marzo, en muchas ciudades europeas y nadie los ve. 40.000 personas en Alemania, 20.000 en Londres, 5.000 en París. Pero nadie los ve. Los kurdos son invisibles también cuando están en la calle. Europa es cómplice de ese aislamiento. Turquía es un socio económico demasiado importante (aunque la propia Ankara dé la espalda a la UE y prefiera mirar hacia Oriente Medio). Pero también es cómplice la izquierda, que en muchos países ha estado en el gobierno. ¿Y en Italia? Después del caso Öcalan era muy difícil recuperar lo perdido. También si Rifondazione (que de algún modo convence a Öcalan de que el «Bel Paese» era un país con un gobierno amigo) desde el Gobierno podría haber hecho o dicho algo. ¿Y el resto de Europa? Ha elegido ignorar a miles de sus ciudadanos.

Pero lo más grave es que han elegido ignorar a los kurdos incluso cuando hacen una propuesta de solución negociada al conflicto que hay en Turquía desde 1984. Porque hoy el PKK promueve ideas de solución. Y no cabe olvidar que el PKK está en tregua unilateral desde marzo de 2009. Turquía, el Ejército turco, no. Y siguen matando y bombardeando. Ahora es más fácil contar cuántos políticos kurdos están fuera de la cárcel... en Turquía, pero también en Europa. Quieren cerrar la boca a quien habla de paz. Mejor dicho, estamos ante la paradoja de que hablar de paz es delito.

Y hay que subrayar que igual que hay decenas de detenciones de kurdos, en el País Vasco, la izquierda abertzale habla de paz, propone un camino de paz y es silenciada. Con la cárcel. La paz no es negocio. La guerra sí.

Lo decía Arnaldo Otegi, líder de la izquierda abertzale, en el vídeo enviado a la conferencia de paz organizada por el Ayuntamiento de Venecia en noviembre pasado, en el que se hablaba de una paz posible en Turquía como en España. Y nadie se ha dado por enterado. Un video por el que, ironía macabra de la suerte, Otegi fue detenido. Porque hablaba de paz. Otegi, recordando el histórico discurso de Arafat en Naciones Unidas hace treinta años, decía que la izquierda abertzale (y vale también para el PKK) se presenta ante el mundo con una rama de olivo en la mano. La invitación: «que nadie deje caer ese ramo de olivo». Pero en este momento el ramo de olivo está cayendo al suelo.

(*) Texto original: www.talkingpeace.org

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