Cambios en el sistema educativo de la CAV
Un experimento abocado al fracaso
Un cuarto de siglo después de que se implantaran los modelos lingüísticos y se descuidaran los derechos de miles de estudiantes que finalizan sus estudios sin conocer el euskara, la consejera de Educación de Lakua, Isabel Celaá, impone un experimento que plagia a UPN y que hace caso omiso a la experiencia recabada, por lo que se teme que esté abocado al fracaso.
Oihana LLORENTE
La consejera de Educación de Lakua mostró la pasada semana su intención de someter a los estudiantes de cuarenta centros de la CAV a un experimento que hace caso omiso a las evaluaciones sobre capacidad lingüística realizadas por el propio Gobierno de Gasteiz. El experimento, que ni siquiera fue presentado de antemano a los principales agentes educativos y que sólo cuenta con el aval del PP, tampoco responde al tan aclamado derecho de los progenitores a elegir el idioma de la educación de sus hijos e hijas; no hay más que atender a los datos de prematrícula de este mismo curso para ver que colocan al modelo D en un primerísimo plano.
El experimento que pretende implantar Lakua se limita a señalar el número de horas de cumplimento obligatorio que se dedicará a cada lengua. De este modo, la consejera obliga otorgar un mínimo de cinco horas al euskara, al castellano y al inglés en primaria y 6 para cada una de las lenguas en secundaria. Mientras el resto de horas lectivas -10 en lo que respecta a primaria y 12 en secundaria- serán repartidas en base a la autonomía de cada centro.
Más allá del reparto horario, no hay mención alguna a los objetivos que se deberían de conseguir en el aprendizaje de cada una de ellas. Hecho por el que la mayoría de los agentes educativos, sindicatos o instituciones que trabajan en favor de la normalización del euskara han entrado en cólera valorando este experimento incluso como «el mayor ataque al euskara desde los tiempos del franquismo».
GARA ha querido conocer de primera mano la opinión de algunos de estos agentes y hacer ver cuáles serán las consecuencias de este experimento en el ámbito estudiantil al respecto del conocimiento del euskara.
Para el responsable de acción político-institucional de Kontseilua, Iñaki Lasa, es «imprescindible» definir los objetivos a conseguir en cada lengua y aboga por definir el camino respecto a esos fines. En este sentido, advierte de que si el objetivo es conocer el euskara en un nivel aceptable «el experimento no da para mucha autonomía».
Sortzen Ikasbatuaz siempre ha defendido la autonomía de cada centro de estudio, sin embargo remarca que la autonomía debe ir de la mano del cumplimento de los objetivos fijados. Para Aitziber Martínez de Lagos, su portavoz, es «curioso» que sólo se otorgue autonomía en materia lingüística.
A Paul Bilbao, director del observatorio de derechos lingüísticos Behatokia y próximo secretario general de Kontseilua, le resulta «inadmisible» este experimento y opina que Celaá «olvida intencionadamente que el euskara es lengua oficial en la CAV y que el sistema educativo tiene que garantizar su conocimiento». Como botón de muestra recuerda la estadística realizada por Aztiker en 2004, y corroborada un año después por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa. Ambos estudios concluyeron que los alumnos de ninguno de los tres modelos lograban el 100% del nivel evaluado de euskara, que se corresponde al nivel B2 ALTE, equivalente a obtener el título de una escuela de idiomas, y menor al nivel exigido en el EGA. Concretamente, los datos de euskaldunización de los modelos actuales son: el 0% en el modelo A, el 32,6% en el B y el 68% en el D, como se comprueba en el gráfico de abajo.
La investigación verificó, por lo tanto, que cuanto menor sea el tiempo de exposición del alumnado al euskara menor es su euskaldunización. Esta lógica lleva a Bilbao a sentenciar que este experimento «no hará más que bajar ese nivel»; y es que, como máximo, el euskara contará con el 60% del horario escolar, lo que se traduce en 15 horas en primaria y 18 en secundaria. Porcentaje que sigue estando muy por debajo del modelo D, con 19 y 23 horas, respectivamente.
Esa situación, además, se daría en los mejores casos; y es que el experimento autoriza que algunos centros opten por dar sólo 5 horas en euskara, una opción que ni siquiera se asemeja al modelo B. Martínez de Lagos no duda en que «este experimento tiene más de modelo A que de B», ya que considera que intentando contraponer el euskara con el inglés, «el euskara pasa de ser una lengua de segunda a ser de tercera».
En este sentido, «¿cómo valoraríamos si en los informes PISA se determinara que los alumnos y las alumnas no obtienen un nivel adecuado de matemáticas, y la Consejería de Educación experimentara reduciendo el número de horas en esa materia?», pregunta indignado Bilbao.
UPN, modelo a seguir
Son muchos los que detrás de la propuesta de Celaá han visto la intención que llevó a UPN a ofertar el modelo TIL, que incluye al inglés como lengua vehicular. Para Kontseilua, UPN «ha intentado por todos los medios frenar el proceso de normalización del euskara y ha descubierto que una confrontación entre lenguas puede ser una manera de conseguir su objetivo».
Jon Urrusolo, responsable de Educación de LAB, va más allá y considera que «existe un pacto de estado entre el PP y el PSOE, y que uno de los pilares es la educación». A su juicio, es la misma política: «Primero se experimenta en Nafarroa, y luego se implanta en la CAV». El objetivo, a su entender, es emplear el interés existente en la sociedad y en las familias por el inglés para debilitar la enseñanza del euskara.
Además, desde el ámbito laboral Urrusolo teme que la consecución lógica de este tipo de experimentos sea «la supresión del actual decreto de perfiles del profesorado», con lo que profesores que desconozcan el euskara podrían trabajar en cualquier centro educativo.
La mayoría de los agentes educativos optan por que sea el euskara el eje de la enseñanza, pero esta opción no pretende cerrar las puertas al aprendizaje de otros idiomas.
Lasa aclara que es «completamente falso este debate» y hace hincapié en que el sistema educativo puede conseguir perfectamente un nivel aceptable en las dos lenguas oficiales, así como un buen nivel en el idioma extranjero. Insiste, además, que el problema no es técnico «si no político, ya que tanto UPN como PSE han visto que ese falso debate favorece a sus intereses hegemónicos», apostilla.
Desde Kontseilua alertan de que la propuesta de Celaá no es más que «una maniobra dilatoria para hacer ver que se hace algo para no hacer nada». Lasa advierte que después de tres años de experimento se sabrá lo que ya se sabe ahora: que quitar horas al euskara va en detrimento de esta lengua y que son los modelos de inmersión que tienen como lengua vehicular el euskara los que consiguen los mejores resultados desde el punto de vista del multilingüismo.
Han transcurrido más de cinco lustros desde que se implantaran los modelos lingüísticos en la CAV, y tras un cuarto de siglo comprobando que es el modelo de inmersión en euskara el que garantiza mayor nivel de conocimiento, resulta por tanto, a juicio de Bilbao, «un tanto extraño» que se experimente con planteamientos contrapuestos.
Denuncian que tras este experimento se esconden «intereses electorales por encima de los meramente pedagógicos» y ponen el foco en las generaciones venideras. Lasa subraya además que alguien debería de explicar a estas generaciones por qué son obligados a finalizar sus estudios sin conocer un idioma oficial.
Todos los agentes entrevistados aseguran que el debate es «mucho más complejo que la mera distribución de horas», pero muestran su temor de que sin una reforma estructural «el euskara no podrá avanzar en el terreno de la normalización con la celeridad necesaria para poder llevar a buen puerto el proceso». Lasa advierte además de que la variable del tiempo no juega a favor del euskara, por eso animan a las instituciones a dar pasos decididos hacia su normalización y mucho se temen que ése no es el camino emprendido por la consejera Celaá.