Donibane compensa con cariño el olvido oficial a Berrueta y Sanchiz
Ayer no hubo recordatorios oficiales ni páginas de periódico para Ángel Berrueta ni Kontxi Sanchiz, pero sus familias recibieron decenas de abrazos muy sentidos en Donibane. Los vecinos prometieron de nuevo que «nunca vamos a olvidar lo que ocurrió». Y los ojos se llenaron de lágrimas con la carta que Aitziber Berrueta dedicó a su padre.R.S. |
Ayer era sábado, como aquel 13 de marzo de 2004, y muchos vecinos revivieron ante la antigua panadería de Ángel Berrueta todo el drama de aquella tarde: primero la alarmante noticia del disparo, luego la trágica constatación de la muerte del panadero, más tarde el estupor y el dolor, las provocaciones del policía que impedía la entrada al comercio, las cargas ante el tanatorio ubicado en el barrio, el olvido de las instituciones, la impunidad judicial...
Pero quien con más intensidad lo rememoró fue Aitziber Berrueta, que recordó en una carta dirigida a su padre el momento en que «Mari Carmen, la de la droguería, me llamó para decirme que te habían pegado un tiro». La vida se le terminó a Ángel y golpeó a toda la familia: su mujer -Mari Carmen- y sus cuatro hijos -Aitziber, Imanol, Enekoitz y Aitor-.
También cambió para un barrio, el de Donibane, que desde entonces nunca ha dejado de arropar a la familia, sobre todo en este homenaje anual que reunió ayer a unas 1.000 personas y al que no faltó la familia de Kontxi Sanchiz, víctima de las cargas de la Ertzaintza en Hernani un día después. «¡Qué pena que no pudieras conocerlos antes!», le contó también Aitziber a su aita.
La carta hizo llorar a muchos, sobre todo al escuchar que «es duro ver fotos tuyas en celebraciones, ahora ya no celebramos nada; es duro pasar por la tienda; es duro vivir sin ti, aita».
Aitziber Berrueta aprovechó también para dar las gracias a todos «por no olvidaros de mi padre». Han pasado seis años, pero el impacto de aquel crimen sigue muy vivo en Donibane, y más aún tras comprobar que el policía Valeriano de la Peña y su hijo José Miguel ya están disfrutando de permisos carcelarios.
Dos portavoces de los vecinos apuntaron que el primero ha sido visto en la calle en Gasteiz, y el hijo, «lo que aún es más grave, cerca del domicilio de los Berrueta», en Iruñea. Las comparaciones resultan odiosas, pero más aún en este caso.
Sin salir del barrio, citaron cómo el joven Eneko Olza agota en abril una condena de diez años impuesta por la quema de un cajero, y que lo ha hecho a una media de 600 kilómetros de casa. Fueron pocos años más los que se impusieron a los De la Peña, que ya disfrutan de la calle. Su pregunta es obvia: «¿Justicia? ¿Qué es eso? ¿Cómo podemos creer en una Justicia que valora casi igual provocar daños materiales en un cajero y matar a un vasco abertzale?».
Los concentrados rompieron entonces en gritos de ``Herriak ez du barkatuko'', y más tarde en otros de ``PSOE, GAL, berdin da'' cuando se citó la aparición del cadáver de Jon Anza.
«No lo olvidaremos nunca»
El homenaje se celebra por sexto año, y sin que merme la asistencia. Los vecinos de Donibane dejan claro ahora que «esto no vamos a olvidarlo nunca». Recordaron la manipulación de los atentados del 11-M que sirvió de caldo de cultivo para que los De la Peña acabaran con Berrueta. Y constataron que «parece que buscan que esto caiga en el olvido. Por eso, humildemente y por iniciativa de los vecinos, año tras año te seguiremos recordando».
A nivel oficial e institucional, sobra decir que nadie se acordó ayer de Berrueta, y nadie citará hoy a Sanchiz. Pero las familias no están solas, como quedó claro en la calle Martín Azpilikueta en que hace seis años «el sinsentido y la locura nos dejaron sin nuestro querido vecino». Los vecinos de Donibane colaboraron cada uno a su modo: unos con el zanpantzar, otros con la txalaparta, los más echando unas monedas en la bolsa, coreando el ``Askatasun oihua'' de Ken Zazpi o acercándose a abrazar a los familiares. Porque, como remarcaba el manifiesto, «en esta parte también hay víctimas del conflicto político que son ninguneadas» y que reclaman una Justicia auténtica y no «politizada».
«¿Cómo podemos creer en una Justicia que valora casi igual provocar daños materiales en un cajero y matar a un vasco abertzale?», se preguntan los vecinos.