¿Qué lugar le queda al deseo en nuestra vida cotidiana?

El deseo, desgraciadamente, ocupa poco lugar en nuestra vida. Hoy por hoy, hay mucha gente que se queja de que no tiene deseo. El deseo es algo que hay que buscarlo, no es algo que viene del cielo y, desgraciadamente, en esta sociedad que lleva este ritmo tan vertiginoso resulta difícil encontrarlo, entre otras cosas, porque el deseo es energía libre y la energía que le dedicamos es escasa, justo la que sobra, y nunca sobra. Si a todo esto le sumamos que no nos dedicamos tiempo a nosotros mismos y que, además, en cuestión de sexualidad sufrimos un bombardeo de sexo explícito en todos los medios audiovisuales, Internet, porno... es difícil que podamos cultivar el deseo, la fantasía...

Trabajo, hijos, estrés... ¿Son justificaciones o hacemos de ello excusas para dedicarle ese poco tiempo al deseo?

Hay un poco de todo. Es verdad que llevamos un ritmo frenético, pero también es cierto que hay mucha gente que tiene miedo a la intimidad, al encuentro con su pareja. En otros muchos casos la llegada de los hijos hace que aparquen ese proyecto de pareja y después no saben o les resulta muy difícil recuperarlo. También es cierto que el modelo de pareja y de relación que se nos propone es un modelo donde la pareja se convierte en un fin más que en un medio, y eso hace que una vez conseguido, asumamos que va a ser para toda la vida, lo descuidemos y aparezca la rutina que se carga totalmente el deseo.

¿Qué propone como experto para mejorar esas relaciones sexuales para las que parece que hay que buscar día y hora?

La mejor receta para disfrutar de una buena sexualidad es dedicarle tiempo y colocarla entre las primeras prioridades, y no relegarla al último lugar donde ya no quedan ganas.

Una vez a la semana. ¿Qué le sugiere la frase?

Es una frase tendenciosa y desafortunada. Desafortunada porque la sexualidad es algo particular y personal que cada pareja debe ir construyendo, por lo tanto no hay algo normal o anormal, cada uno debe buscar su propia frecuencia. Y, además, es tendenciosa porque da por hecho que las relaciones sexuales han de ser de penetración. Igual hay parejas que tiene relaciones sin penetración todos los días y sólo una de penetración... ¿cómo valoramos esa frecuencia? Afortunadamente, la sexualidad son bastantes más cosas que la penetración: besos, miradas, olores, bailar, salir a cenar, fantasías...

Seguimos primando más la cantidad que la calidad..

Por supuesto, a día de hoy se sigue valorando la cantidad; la calidad es algo que hoy por hoy no se valora. No es más que un reflejo de esta sociedad capitalista y consumista que se basa en el consumo y, por lo tanto, se basa en la cantidad. Tanto tengo, tanto valgo. Tantas relaciones tengo, tanto valgo. Hoy, se mantienen más relaciones pero no de mejor calidad. El ejercicio de la sexualidad requiere un aprendizaje y hoy el aprendizaje en sexualidad es imposible, porque para aprender hay que reconocer que uno no sabe y hoy no está permitido decir que uno o una no sabe de sexualidad.