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La herencia del Macedonio Alejandro Magno colea en la europa del siglo XXI

La UE tiene que decidir este mes si abre sus puertas a una futura adhesión de la Macedonia post-yugoslava o si cede otra vez a la negativa de Grecia. Atenas, que cuenta con su propia región autónoma macedonia, rechaza que sus vecinos del norte se apropien de la herencia de Alejandro Magno por temor a que la utilicen con fines «expansionistas».

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Dabid LAZKANOITURBURU

El desganado proceso de ampliación de la Unión Europea a los Balcanes cuenta con un nuevo escollo que se suma al freno -o excusa- que supone la ya crónica situación de postguerra que afrontan algunos de los países de esa atribulada región europea. A falta de un año para que Croacia culmine el proceso negociador que, se da por casi seguro, le abrirá definitivamente las puertas de una Unión coliderada -junto con el Estado francés- por su histórico mecenas, Alemania, la disputa etimológica en torno al uso político del término Macedonia mantiene, por el veto de Grecia, en un impasse las pretensiones del Gobierno de Skopje de iniciar su propio proceso de adhesión.

Skopje es la capital de la Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM, por sus siglas en inglés), república que formó parte de la Federación Yugoslava y que logró su independencia en 1991 tras la desintegración del proyecto político de Josif Bross, Tito. Paradójicamente, el hecho de que lo lograra saliendo prácticamente indemne de los estallidos bélicos que asolaron a sus otrora repúblicas -el caso de Bosnia es desgraciadamente paradigmático- no le ha servido, a la postre, para verse libre de esas disputas históricas que asoman cada vez que se levanta una piedra en los Balcanes.

Más cuando el escenario de la disputa es la cuna -con el permiso de la herencia judeo-cristiana- de lo que conocemos por Europa: la antigua Grecia, incluido el Reino Macedonio de Filipo II y de su hijo, Alejandro Magno, quien trató de forjar un imperio desde el Mediterráneo europeo y africano hasta los confines de Asia.

El territorio de la Macedonia histórica incluye la actual FYROM, la región de la Macedonia del Egeo en la actual Grecia, la Macedonia del Pirin en Bulgaria y algunos pequeños enclaves en Serbia y Albania.

Como todos los Balcanes, sus habitantes vivieron durante cientos de años bajo la égida otomana. El final del imperio de la Sublime Puerta dejó tras de sí un peligroso reguero de disputas territoriales, muchas veces derivadas de trazados interesados o simplemente caprichosos de las fronteras, lo que afectó también a la cuestión macedonia.

La historia como arma

A caballo en los estertores del imperio otomano entre Bulgaria, Serbia y Grecia -que integró en su seno la Macedonia del Egeo-, la actual FYROM pasó a formar parte en 1944, en plena retirada nazi de los Balcanes, de la Yugoslavia de Tito como República Popular de Macedonia. Desde su creación, Skopje rivalizó con Atenas a la hora de reclamar la herencia de la Macedonia histórica. Bajo los debates historicistas subyacían no obstante, las disputas geopolíticas.

La Yugoslavia socialista y la Grecia sometida a los designios de EEUU y Gran Bretaña expresaban su antagonismo a través de la cuestión macedonia. En sus primeros años en el poder, Tito estuvo a punto de lograr que Bulgaria renunciara al territorio de la Macedonia del Pirin a cambio de apoyo a su reivindicación sobre las costas del Egeo. La ruptura de relaciones entre la Yusoslavia de Tito y la URSS de Stalin en 1948 llevó al traste la operación, ya que Bulgaria se desdijo.

La declaración de independencia de la República de Macedonia en 1991 atizó nuevamente las brasas de un conflicto que había permanecido larvado durante 40 años.

Grecia aprovechó sus palancas en la entonces Comunidad Económica Europea para sabotear el intento de Skopje de lograr el reconocimiento internacional. Atenas rechazó desde un principio la inclusión del término Macedonia en la denominación del nuevo país y el uso, en su bandera, del símbolo del Sol de Vergina o estrella argéada, que Grecia reclama como propio y que fue hallado precisamente en 1977 en la tumba de Filipo II.

La oposición griega, que se tradujo incluso en un embargo económico, retrasó hasta entrado el año 1992 la aceptación de la República de Macedonia como miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas. Para ello se buscaron varias componendas que dejaron jirones de malestar en ambos bandos.

La ONU forzó una solución etimológica de compromiso, admitiendo al nuevo Estado como Antigua República Yugoslava de Macedonia. Ya en 1995, logró que Atenas y Skopje firmaran un acuerdo provisional por el que el nuevo país eliminaba de su Constitución cláusulas que apelaban al irredentismo (o reclamación de territorios) y retiraba el símbolo del Sol de Vergina de su bandera.

Skopje utilizó una triquiñuela incluyendo en la nueva bandera el mismo sol, pero esta vez con menos rayos, lo que mantiene intacta su apelación al antiguo Reino Macedonio.

Desde entonces, los intentos de mediación de la ONU y de la UE no han dado sus frutos. El mediador de la ONU, Matthew Nimetz, ha propuesto desginaciones de compromiso -como Macedonia del Norte, Nueva Macedonia...- que no satisfacen a nadie.

La UE decidió el año pasado congelar hasta marzo de 2010 la decisión sobre la apertura de las negociaciones con la FYROM. Y eso que acababa de suprimir la exigencia de visado para cruzar sus fronteras tanto a sus habitantes como a los serbios y a los montenegrinos.

Grecia insiste en reivindicar el pasado macedonio y asegura que los habitantes de la actual FYROM son eslavos que llegaron en oleadas entre los siglos V y VI de nuestra era. Se apoya en el hecho cierto de que los macedonios hablaban griego y de que la lengua en la FYROM está emparentada, de una u otra forma, con la familia de las lenguas eslavas.

Argumentaciones peregrinas

No obstante, se percibe en la cerrazón griega una buena porción del mismo irredentismo del que acusa a Skopje. Y es que si los actuales ciudadanos macedonios no se pueden reclamar herederos del reino del padre de Alejandro Magno, igualmente resulta difícil identificar miméticamente la actual Grecia con el imperio de las ciudades-estado helenísticas. Y podría igualmente haber quien pudiera o quisiera ver intensiones expansionistas tras el término Grecia.

Y es que las polémicas en torno a las denominaciones políticas que se dan a sí mismos los países o los que, siendo naciones, aspiran a serlo, ocultan las más de las veces prejuicios irracionales que se intentan justificar con lecturas historicistas que niegan el carácter constituyente de la voluntad democráticamente expresada. Es lo que ocurre por estos lares. Negar su carácter político a la denominación de Euskal Herria confirma precisamente lo contrario: que estamos ante un concepto que rezuma política.

El paralelismo entre ambas polémicas podría parecer forzado, pero se da la circunstancia de que estamos ya en marzo y la Presidencia de turno de la UE corresponde al Estado español, uno de los más renuentes a las reivindicaciones de los pueblos balcánicos, entre ellas la de los macedonios de la FYROM y la del Kosovo independiente.

Historia y población

Macedonia histórica

Comprende la actual Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM), la región griega de la Macedonia del Egeo, la Macedonia del Pirin, en Bulgaria, y los pequeños enclaves de Gora y Prohor Pahinski, en Serbia, y de Mala Prespa y nGolo Brdo, en Albania.

Población

La actual FYROM tiene 2,5 millones de habitantes. El tercio de su población es de etnia albanesa. La mayoría restante responde a la denominación de eslavomacedonios.

La Macedonia del Egeo cuenta con 2,7 millones de habitantes.

Grupo étnico macedonio

Aproximadamente 1,3 millones de personas son consideradas como miembros de este grupo étnico.

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