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Iñigo iruretagoiena quiere «disfrutar sufriendo» en el exigente marathon deS sables

Iñigo Iruretagoiena quiere descubrir hasta dónde puede llegar corriendo por las arenas del Sahara en una de las carreras de larga distancia más duras del mundo. El vizcaino espera poder terminar los 245 kilómetros que durante una semana le pondrán a prueba en el desierto.

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Miren SÁENZ

Se ha pasado los últimos fines de semana entrenando en las interminables playas de Landas para preparar su participación en el Marathon des Sables. La pionera de las carreras desérticas, ideada por Patrick Bauer, se celebra desde 1985 de forma ininterrumpida y cumple su 25 aniversario. Iruretagoiena, getxotarra de 31 años, es un currela con jornada laboral de ocho horas, aficionado a la montaña, la bicicleta, los deportes de motor y la fotografía, que ha buscado en los alrededores de Hossegor la arena que le permita hacerse una idea de lo que le espera. La cuenta atrás ya ha empezado puesto que el próximo 2 de abril volará rumbo a un destino en el que no conoce a nadie.

El vizcaino será uno de los casi 900 participantes en la carrera más exigente del planeta y, según le consta, el único vasco en una cita que ya había descartado. Tuvo que esperar a la lista de espera para ser admitido en esta aventura de siete días en acción, divididos en seis etapas, que finalizarán el 11 de abril con la entrega de premios.

Los participantes recorren 245 kilómetros cargando con todo lo necesario a modo de casa a cuestas. La autosuficiencia es requisito indispensable, así que confía en no sobrepasar los diez kilos de una mochila que irá disminuyendo a medida que se incrementen los kilómetros y consuma comida o medicinas. Hay un material obligatorio, en el que se incluye desde el saco de dormir hasta el mechero pasando por la alimentación o una bomba aspira veneno, y un material recomendado con objetos como gafas de sol, ropa térmica o el botiquín de emergencia.

«Quiero disfrutar sufriendo. Aunque parezca un bicho raro disfruto esforzándome. Mi objetivo es terminar, lo que tiene que ser una experiencia inolvidable, pero contento», responde mientras recuerda que ha leído maravillas sobre el entorno y el compañerismo de la odisea. Aún así se pone realista cuando dice que «puedo llegar y encontrarme mejor de lo que pensaba o igual aquello se me va de las manos y es bastante peor de lo que esperaba. He participado en marchas de 20 horas andando y he corrido en carreras de montaña, pero no tan seguidas y mucho menos con calores de 40 grados, cargado con diez kilos y bebiendo de siete a diez litros de agua diarios».

A prueba de piernas y pies

Ha subido el Aconcagua, el Elbrus o el Kilimanjaro. Ha realizado una travesía de 90 kilómetros sobre el hielo finlandés, pero nunca ha dormido en el desierto. «De noche, la temperatura puede bajar hasta los 5 grados, pero voy con buen material». Lo que más teme es la respuesta de sus piernas y sus pies: «A la cabeza no, soy terco -añade- pero con los pies sufro. Ando con plantillas y las ampollas pueden ser terribles. También a que se me agarroten las piernas». Pese a sus extremidades, no ha dudado en marcarse un reto para ponerlas a prueba. «Cuando el terreno lo permita correré, pero los gallos que van adelante corren prácticamente todo el recorrido». Se refiere, entre otros, a atletas como los hermanos Ahansal, que últimamente se han repartido casi todas las victorias de esta prueba extrema. Diez fueron para Lahcen y las tres últimas para Mohamed.

Él no se considera un atleta, aunque se deje ver por las carreras populares, pero le gusta practicar deporte e ir al monte y «me van los retos personales. Aquí hay mucha afición a esas cosas, a carreras de montañas, que son preciosas por el entorno, raids... Están en auge y hay gente buenísima».

Trabaja desde hace siete años en Sondika, en una empresa de pavimentación industrial que se dedica a pistas deportivas. Le toca hacer pedidos, descargar camiones, soldar o reparar lo que se tercie: «Soy un chico para todo, ahorro y me gasto el dinero en estas cosas». Esta vez va a tener cierto apoyo proveniente de pequeños patrocinadores: Pelaz, Alkibiz, Arlan, Agogreen, Cervecería La Palmera y el Ayuntamiento de Lezama le aportan ayuda económica; Kantxa y Lur, material deportivo; Bytfit, nutrición y la Diputación de Bizkaia, asesoramiento sanitario. Iru ha visitado 17 países, pero no ha salido en el programa de Roge Blasco, «tampoco quiero darle mucho bombo, a ver si voy a estar metiendo ruido y a la segunda etapa me vuelvo a casa porque me eliminan», dice.

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