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Agotando la paciencia del personal

Los rojillos siguen empeñados en meterse en problemas y ya acumulan su sexto partido consecutivo sin conocer la victoria. El Racing, otro equipo que pasaba por una mala racha, sacó petróleo de las carencias locales y ratificó que El Sadar es su estadio talismán.

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OSASUNA 1

RACING 3

Natxo MATXIN

No escampa y a la afición se le ha acabado la paciencia. A Osasuna se le ha olvidado ganar -ni siquiera poniéndose por delante en el marcador y contradiciendo las máximas de su entrenador- y la grada acabó por manifestar su desagrado, en el caso de un sector con gritos en contra del míster y el presidente, y el resto desalojando antes de tiempo las gradas, en un gesto de preocupante resignación.

Los de Camacho ya no sólo no transmiten ilusión a sus incondicionales, sino que han perdido su espíritu. Porque los rojillos fueron un equipo sin alma a partir del momento en el que el Racing igualó la contienda y esa circunstancia se vio seriamente acrecentada cuando los cántabros se hicieron con el mando del choque y el marcador.

Y puestos a añadir un signo más de alarma, tampoco hay reacción desde el banquillo. Un cambio fue obligado por la lesión de Dady y sólo la salida de Puñal pareció responder a una estrategia. La tercera bala se quedó en la recámara y no fue la primera vez ni tampoco parece que vaya a ser la última en la que el técnico murciano prefiere no agotar sus opciones.

Detalles como éste y la imagen ofrecida acabaron por agotar la tradicional tolerancia de la parroquia rojilla ante resultados adversos, muy acostumbrada sobre todo en los últimos tiempos. Por primera vez en lo que va de temporada, el grito «Izco, Camacho, kanpora» se pudo escuchar con mucha claridad en dos fases diferentes del envite. Y es que seis partidos consecutivos sin rascar bola -dos puntos de 18 posibles- hacen mella en la paciencia de cualquier hinchada.

Ya ni siquiera sirve el golpear primero, como había aventurado Camacho, para quien lo más importante era que su equipo marcara antes que el rival «porque luego es muy difícil que nos hagan gol». Bueno, pues al Racing le costó tres minutos contradecir tal tesis. Eso sí, fue un golazo de Colsa, quien le ha cogido gusto a eso de soltar zapatazos en El Sadar con destino a la escuadra.

Fue como si a Osasuna se le fundieran los plomos, como si se diera por derrotado ya con el 1-1. El Racing olió el miedo local y se conjuró en vestuarios: era el día de romper su reciente negativa estadística precisamente en su estadio talismán, en el que ha visto cómo ha ganado en las cuatro últimas temporadas en que lo ha visitado en Liga y en la pasada eliminatoria copera de cuartos.

El árbitro tampoco estuvo bien

Los de Portugal saltaron enchufados tras el descanso y los anfitriones, desdibujados y temerosos, no supieron contrarrestar lo que se les venía encima. Unos jugaban a ganar y los otros no se sabía muy bien a qué. El gol de Christian terminó por hundir a los navarros y fue un botón de muestra del estado de ánimo en el que están inmersos ahora mismo.

El lateral zurdo racinguista cabeceó libre de marca en el segundo palo en una jugada a balón parado y su remate, no muy ortodoxo, se coló casi llorando ante la pasividad de la defensa y la estatua que hizo Ricardo. No hubo reacción, o al menos no se plasmó ni en presión, ni en mordiente, ni en ocasiones. Deslabazado, el cuadro de Camacho no supo interpretar la nueva situación. Siguió abusando del balón largo -para recepcionarlo estaban las «torres» Masoud y Galán-, fue incapaz de atosigar la salida de balón foránea -el Racing movió con peligro y soltura- y se mostró como un conjunto plano, sin chispa.

Al mal juego hubo que sumar, para más inri, la nefasta actuación arbitral. González González no sólo puso en evidencia sus escasos conocimientos arbitrales sino que, lo más grave, se comió dos claros penaltis a favor local, una patada a Masoud y unas manos de Christian, ambos lances dentro del área cántabra, amén de una merecida expulsión de Munitis.

Demasiados contratiempos para un once inmerso en un torbellino en caída libre, sin fútbol, acierto ni corazón. Y sin visos de que ello vaya a variar. El Nou Camp no es el lugar propicio.

«Hiciera lo que hiciera, el ambiente era para protestar»

José Antonio Camacho no alabó en esta ocasión el papel ejercido por la grada. Más bien al contrario, el técnico rojillo vio cierta predisposición negativa de la afición en el encuentro de ayer. A su juicio, ello se plasmó durante el segundo cambio: «Hiciera lo que hiciera, el ambiente era para protestar. Aunque hubiera sacado a Pelé...», indicó irónico el míster osasunista.

De hecho, justificó reemplazar a Vadocz «porque necesitábamos más frescura en esa posición» y negó que los suyos no lo hubieran intentado con muchas ganas, «pero no hemos sabido aprovechar nuestras ocasiones, realmente nos ha faltado finalización».

El de Cieza no tuvo inconveniente en señalar que el partido «estaba bastante controlado», aunque también reconoció que el Racing «ha sabido plantarse y defender». A renglón seguido, llegaron los reproches: «Desde luego nos ha faltado tensión para defender el 1-2 y a lo mejor dejamos muchos espacios. Si no puedes ganar, pues tienes que intentar no perder, pero mis jugadores no tienen esa mentalidad y siempre van a por el partido. Mucho de esto ya nos pasó en Gijón o en el Calderón».

En cuanto a la labor arbitral, Camacho apuntó que «ha habido la jugada clara de la mano, pero no la ha visto, podía haberlo hecho el linier, pero hemos tenido mala suerte», señaló no sin cierta socarronería.

El preparador racinguista, Miguel Ángel Portugal, se mostró muy contento por haber cortocircuitado la mala racha de su escuadra y fundamentó la victoria «en haber contrarrestado el juego por las bandas de Osasuna, hemos sabido recuperar el balón y salir con criterio a la contra». El 1-1 fue fundamental: «En equipos de nuestro nivel, los detalles son muy importantes».

N.M.

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