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«Las mujeres alteran sus recorridos por miedo y ni si quiera se contempla»

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Oihane Ruiz
Arquitecta

Creadora del «Manual de análisis urbano. Género y vida cotidiana» que en breve verá la luz de la mano del Departamento de vivienda de Lakua y trabajadora del colectivo Hiria, esta bilbaina insiste en que «hay que repensar la ciudad como espacio a crear desde una vocación exclusivamente pública y social».

Oihana LLORENTE |

GARA ha querido sumergirse en la arquitectura y el urbanismo para encontrar las claves y las pautas para planificar ciudades donde las mujeres pudieran encontrarse más seguras, en ese viaje hemos encontrado a la arquitecta Oihane Ruiz.

¿Si las ciudades que conocemos hoy hubieran sido diseñadas y construidas por mujeres, serían diferentes?

Cuando se hace una crítica desde la teoría de géneros de la arquitectura y el urbanismo, precisamente lo que se critica es el hecho de que estas disciplinas repitan o contribuyan a perpetuar esta división de funciones y roles que asignan a las personas según el sexo. Por ello no se trata de saber como hubieran sido las ciudades pensadas por mujeres, si no como construir esferas públicas o privadas, físicas o simbólicas, que permitan romper con estas asignaciones vinculadas al sexo identificado. De todas maneras, asumiendo el rol asignado a las mujeres por el patriarcado, diríamos que la ausencia de mujeres en las esferas de poder y en el urbanismo hasta hace poco, responde a la identificación de la esfera pública y política como eminentemente de varones, pensada por ellos para perpetuar un mundo donde lo familiar, el trabajo reproductivo, el de cuidado... no entran como parámetro de trabajo a la hora de pensar la ciudad. Desde unas pocas decenas hay muchas mujeres que estamos empezando a pensar y trabajar en urbanismo desde una perspectiva mas compleja, mas completa y menos segregadora.

¿Es diferente la utilización que hacemos de los espacios de la ciudad las mujeres y los hombres?

No creo que utilicemos el espacio de manera más distinta a lo que lo usan los niños o la gente mayor, o una persona obesa u otra deportista. La diferencia no radica en el uso potencial que hacemos, si no en los condicionantes que por el rol social en el que nos han educado nos ponemos a la hora de sentir libertad para transitar, pasear o vivir la calle; sobre todo de noche. Es decir, en la arquitectura y el urbanismo la violencia contra las mujeres no es un parámetro de trabajo, ni siquiera se tiene conciencia de que ciertos diseños, -como portales remetidos, zonas de escasa visibilidad, recovecos- contribuyen a generar miedo. Esto hace que tanto por la educación en el rol de victima indefensa, por la violencia existente y por una ciudad no pensada desde parámetros de seguridad para las mujeres; muchas mujeres alteren sus recorridos o eviten salir de noche por miedo a ser agredidas.

¿Qué aspectos de la ciudad se deberían cambiar por el bien de las mujeres?

Sobre todo hay que introducir el trabajo reproductivo como una cuestión social de toda la ciudadanía. Asumir el trabajo del cuidado en el mismo rango que el empleo.

Todo los días se dan agresiones sexistas en nuestras calles e incluso hay lugares donde se repiten este tipo de agresiones, ¿porqué? ¿Se pueden evitar este tipo de ataques remodelando la ciudad?

Me temo que el medio físico construido afecta más a las sensaciones de seguridad que a evitar de facto agresiones. Lo que si creemos que tiene relación es el hecho de que cuanta mas conciencia haya de la gravedad del tema de las agresiones a las mujeres, cuanto mas empoderadas estemos las mujeres y dejemos de pedir permiso por existir; mas cerca estaremos de una situación en la que las ciudades asuman y respondan a las necesidades y deseos de toda la ciudadanía.

Son muchos los mapas de puntos negros que se están desarrollando en Euskal Herria. ¿En qué consiste esta dinámica?

El proyecto de mapa de la ciudad prohibida se realizó por primera vez en Donostia en Foros de Urbanismo y mujer organizados por Plazandreok en 1996. Desde entonces en cada pueblo, dependiendo de la idiosincrasia y el momento y las oportunidades hemos transformado y adaptado el propio proyecto. En estos procesos se trata de formar a las personas en materias de urbanismo, acercar el lenguaje arquitectónico y de urbanismo a la realidad de la vida cotidiana de la ciudadanía; desde aquí hacer una crítica constructiva y desde una visión de la vida compartida de la realidad del pueblo. Con este material se trabaja con áreas técnicas buscando compromisos.

Y una vez identificados estos puntos...

La identificación de los puntos es sobre todo una herramienta para sensibilizar y empoderar a mujeres y hombres en cuestiones de las que se sienten lejanas y en cambio tiene que ver con el desarrollo de su vida día a día; con el grado de movilidad libre y segura, con la posibilidad de encuentro en el espacio público, con la identificación que tienen en el espacio colectivo, etc...Hay una tendencia a abordar de manera sensacionalista el tema de los puntos vinculados a falta de seguridad; es decir, se trata de manera alarmista el tema de los espacios inseguros desviando la atención de las cuestiones fundamentales que tiene que ver con la violencia machista. Somos espacialmente sensibles a este tema ya que este alarmismo podría generar que muchas jóvenes en vez de pelear por que la calle sea un espacio ganado sientan un mayor grado de inseguridad y limiten su vida en función de ello. Es un tema complejo que se debería tratar mas allá del titular de turno.

puntos negros

«La identificación de los puntos es una herramienta para sensibilizar y empoderar en cuestiones de las que se sienten lejanas y en cambio tiene que ver con el desarrollo de su vida día a día»

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