Ainara Lertxundi Periodista
¿Autonomía? Según en qué centros
El debate sobre el uso del velo islámico se ha convertido en un tema recurrente en tertulias y en las páginas de periódicos. No faltan los análisis y las opiniones de los expertos. Las hay para todos los gustos y tendencias.
Con su decisión de ir a clase con el hijab, que deja al descubierto el rostro de su portadora, una joven llamada Najwa se ha convertido en la diana de la caja de los truenos. Durante semanas, ha visto cómo todas las miradas se posaban sobre ella, ocupando los principales titulares, ha tenido que lidiar con los periodistas que hacían guardia a las puertas de su instituto y leer pasquines contra una supuesta «islamización». Pero faltaba lo peor, la expulsión del centro donde cursaba 4º de la ESO y el alejamiento forzoso de sus compañeros de siempre. Y el Instituto Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, no fue el único en cerrarle las puertas. Para evitar la matriculación, el Consejo Escolar de San Juan de la Cruz cambió a última hora el reglamento interno para prohibir que los alumnos acudan a clase con la cabeza cubierta con «gorras u otras prendas». Najwa sólo ha encontrado pupitre a la tercera de cambio. Hasta entonces ha sido como un paquete humano llevado de lado a lado.
Ante esta situación tan inhumana, la clase política madrileña se ha escudado en la autonomía de los centros para regular su propio funcionamiento. La teniente de alcalde de Madrid, Ana Botella, y la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, defienden este criterio; para la edil del PP, «hay unas reglas y esas reglas se deben respetar».
Estos mismos discursos dan un giro radical si nos trasladamos a Euskal Herria. Primero impusieron su particular currículum, en el que no cabe ni lo que acepta la Enciclopedia Británica. Y ahora quieren que las aulas sean parte fundamental de sus planes de adoctrinamiento contra ETA. En esa carrera, Nafarroa va por delante: su presidente, Miguel Sanz, ya puede incluso retirar las subvenciones a los centros de Educación Secundaria que rechacen esos planes sectarios.
¿Y la autonomía de los centros?