Ayer se vivió en la Audiencia Nacional española la segunda sesión del juicio que se sigue desde el lunes contra Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián por su supuesta participación en el atentado de la T4 del aeropuerto de Barajas, que costó la vida a dos personas el 30 de diciembre de 2006.

Después de que en la vista oral del lunes ninguno de los tres accediera a declarar; el que habló ayer fue el abogado de oficio que «asistió» en su declaración ante la Guardia Civil a Mattin Sarasola durante los días que permaneció incomunicado. El letrado aseguró que Sarasola respondía de forma «natural» y «espontánea» a las preguntas que le iban haciendo los guardias civiles y que no vio «ningún signo» de que las declaraciones tras su detención estuvieran inducidas. Además, el abogado subrayó que no percibió ninguna situación anómala durante las tres declaraciones que hizo Sarasola y que si la hubiera detectado, lo habría puesto de manifiesto «sin ninguna duda».

El mismo Sarasola tildó el lunes al tribunal de «fascista» por haber tolerado torturas. Y es que, tras su detención junto a Igor Portu ¯éste fue ingresado en la UCI del Hospital Donostia con pronóstico grave¯ a principios de enero de 2008, ambos declararon haber sido torturados. La versión oficial del Ministerio del Interior siempre ha alegado que las heridas fueron fruto de un enfrentamiento físico en el momento del arresto; Rubalcaba llegó a afirmar que Sarasola había declarado haber recibido un trato correcto. A pesar de ello, el propio juez Grande-Marlaska admitió en su auto indicios de malos tratos, tras tomar declaración a los dos lesakarras ¯durante la incomunicación, por lo tanto, sin mantener relación alguna entre ellos¯ y apreciar coincidencias abundantes y detalladas.

Más allá de las denuncias de los arrestados, incluso la Fiscalía de Gipuzkoa desmontó la versión oficial que negaba la existencia de torturas a Portu y Sarasola. A mediados del pasado mes de febrero publicó el escrito de acusación provisional, en el que imputa por torturas a cuatro de los quince guardias civiles procesados, y por lesiones a otros seis. En el escrito se relata su versión sobre lo ocurrido con los detenidos y menciona golpes, puñetazos, patadas, humillaciones. En el caso de Sarasola, concretamente, cuenta además que fue arrojado «cuesta abajo por una ladera».

Pero lo único que notó el abogado de oficio era que «se encontraba cansado», algo que declaró que «es habitual en cualquier detenido». Incluso explicó que «sólo» advirtió que tenía «un arañazo en una mano». Del mismo modo, señaló que Sarasola no le trasmitió nada de esto. El vecino de Lesaka, una vez ingresado en prisión explicó que no dio cuenta de los tormentos porque una persona a la que identificó posiblemente como el jefe de los guardia civiles le amenazó insistentemente con detener y torturar a su hermano. Manifestó que las tres declaraciones fueron impuestas y que debió memorizarlas pregunta por pregunta.

Ahora, durante el juicio, lo único que relaciona a los arrestados con el atentado de la T-4 son las autoinculpaciones arrancadas por la Guardia Civil durante la incomunicación. Asimismo, la causa contra los guardias civiles sigue abierta en Donostia, por lo que Portu y Sarasola están siendo juzgados sin comprobar si fueron o no torturados.