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ANÁLISIS

Problema impuesto

 

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Isidro ESNAOLA

Una creencia bastante arraigada sugiere que cuantos más policías haya en un país, menos delitos y menos delincuentes habrá. El sentido común nos confirma la rectitud del razonamiento; sin embargo, el número de delitos y de delincuentes suele estar en relación directa con el número de policías, es decir, cuantos más policías, más delincuentes. Relación que, por otra parte, resulta lógica, puesto que todos esos policías tienen que justificar de alguna manera su existencia y el sueldo que cobran, y qué mejor manera de hacerlo que deteniendo a gente. O poniendo multas. ¿Qué hacen sino todos esos agentes de tráfico que están en todas partes pero que nunca aparecen cuando se les necesita? No son los delincuentes los que crean a la Policía, sino la Policía la que crea a los delincuentes.

Me temo que algo parecido pasa con los políticos: cuantos más hay, más reuniones hacen, más cosas proponen y peor van los asuntos públicos. No son los problemas los que crean a los políticos, sino más bien todo lo contrario, son los políticos los que crean problemas para poder así justificar su existencia.

Un ejemplo de todo ello es la idea que han resucitado estos días de que los bancos deben pagar un impuesto. Hasta este punto parece que están todos de acuerdo, nada de «Tasa Tobin» a las transacciones financieras y sí un impuesto a los bancos; pero de aquí en adelante todo es un cúmulo de despropósitos.

En primer lugar no está claro a qué se debe aplicar el impuesto: unos dicen que al conjunto del balance del banco, otros a los beneficios extraordinarios. Tampoco está claro a quién aplicárselo: al conjunto de los bancos o sólo a los más grandes. Y mucho menos la finalidad. Si se trata de un impuesto, como su propio nombre indica, se supone que hay un afán de recaudar dinero. Entonces, no se trata de un instrumento para regular la actividad bancaria, se trata simple y llanamente de sacar dinero a los bancos.

Ahora bien, la siguiente pregunta que surge es para qué. En esto tampoco hay acuerdo. Algunos dicen que es para que sean los propios bancos los que paguen los rescates que a día de hoy se están pagando con nuestro dinero. Otros dicen que es para crear un fondo con el que pagar futuros rescates, ¿entonces qué pasa con los rescates que ya se han pagado? Con este nuevo impuesto, ¿se portarán mejor los bancos? Y al final en el aire no quedan más que preguntas.

Los políticos ya han conseguido crear un problema. Ahora buscarán una solución cualquiera que justifique su actividad ante los pueblos del mundo, y sobre todo, encontrarán una salida que lave la imagen de la banca, que no solamente se ha enriquecido durante la bonanza sino que además nos hemos tenido que hacer cargo todos los demás de los destrozos a escote, mientras ellos siguen viviendo tan ricamente.

Y es que como en el caso de los policías y los políticos, no es que no tengan dinero para dar créditos, sino que no hay dinero porque no dan créditos. Es el crédito el que crea el dinero. Y esa prerrogativa de crear dinero corresponde en el actual sistema económico fundamentalmente a los bancos. Mientras no se ponga coto a ese monopolio, todo lo demás no serán más que problemas inventados para justificar que se hace algo mientras se esconde el meollo de la cuestión.

 
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