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El plan de austeridad y la subida de impuestos ponen en peligro a Angela Merkel

La canciller alemana Angela Merkel (CDU) sólo cosecha críticas por su plan de austeridad desde dentro y fuera de Alemania. Además agrava la crisis con su socio liberal, el FDP, por la ayuda a Opel.

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Ingo NIEBEL

Se ha acabado la coalición?» se pregunta el comentarista de la radio-TV regional pública, Hessischer Rundfunk, Jens Borchers, el jueves, tres días después de que la canciller cristianodemócrata Angela Merkel (CDU) haya presentado «el mayor plan de austeridad en la historia alemana» cuyos ahorros suman 80.000 millones de euros hasta 2014. La pregunta no es retórica, sino corresponde al actual estado del bipartito formado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Liberal (FDP). Tan sólo nueve meses después de que formaran gabinete bajo el liderazgo de Merkel, hay que preguntarse más bien si el Ejecutivo ya tiene fecha de caducidad. Dos sucesos en menos de 24 horas obligan a pensar en ese extremo. El primero sucedió el miércoles por la tarde, cuando el ministro de Economía Rainer Brüderle (FDP) informó a la opinión pública de que no concedería las subvenciones públicas solicitadas por Opel de Alemania y su casa matriz, la estadounidense General Motors. Según el político liberal, la casa automovilística no necesita del dinero público por poseer suficiente liquidez y por haberse beneficiado en Alemania del programa estatal de las primas para la compra de un coche nuevo. Pocas horas después la canciller Merkel dejó plantado a su ministro, diciendo públicamente, que «en el caso de Opel todavía no se ha dicho la última palabra».

El segundo suceso lo protagonizó el diario económico «Handelsblatt» el jueves, informando de que después de la elección de Christian Wulff a presidente alemán, la CDU va a presentar sus aún «secretas subidas de los impuestos». El pasado lunes, Merkel había prometido junto con Horst Seehofer y Guido Westerwelle, los presidentes de la Unión Social Cristiana (CSU) y del FDP, respectivamente: «Con nosotros no habrá ninguna subida de impuestos».

De hecho el plan de austeridad contempla una serie de recortes sociales, que afectarán ante todo a los desempleados y a las familias jóvenes además de a algunas sectores industriales, pero no la subida del IVA, actualmente en el 19%. Según el Handelsblatt, la promesa caducará cuando el FDP haya votado a Wulff. Sin embargo, últimamente los liberales han cuestionado su apoyo al candidato de Merkel por un descontento general.

En las elecciones generales del 2009 el FDP logró un espectacular resultado del 14%, prometiendo que iba a bajar los impuestos. Sólo hace un mes, después del debacle electoral en Renania, Westerwelle tuvo que escuchar cómo Merkel decretó que por el momento no iba a haber ninguna reducción fiscal. Desde entonces la caída en picado del FDP se ha acelerado: actualmente está rozando el importante límite del cinco%. Dentro del partido se está formando la resistencia contra el hasta ahora intocable Westerwelle.

Su pecado más reciente ha sido no consultar con sus bases el apoyo al candidato de Merkel, aparte de sacrificar la sacrosanta reducción de los impuestos. Ante este fondo, el FDP no puede arriesgarse ir a elecciones anticipadas, de las que aún nadie habla, pero que sí están sobre la mesa. Y el enemigo no se halla en los bancos de la oposición, sino entre las propias filas.

Que la oposición socialdemócrata iba a tachar el plan de ahorro de «masacre con motosierra» entre los más necesitados, no iba a sorprender pero sí que justamente el Consejo de Economía de la CDU lo criticaría reclamando la subida de impuestos sobre las rentas altas. Otras voces procedentes de la democracia cristiana han calificado de «socialmente desequilibrado» el proyecto del gabinete. Toda la prensa, casi unánime, descalificó «el paquete de ahorros» por falta de un concepto claro. El último en subirse al tren de los críticos ha sido el presidente francés Nicholas Sarkozy: «Con un plan de ahorro tras otro se entra en recesión» dijo al diario «Le Figaro».

Desde la Economía las compañías aéreas han amenazado con que se trasladarán al extranjero si se les aplica un impuesto extra sobre los pasajeros que embarcan en Alemania. Con esta estrategia hicieron fracasar un proyecto similar en Países Bajos.

La crispación entre los socios de Gobierno ha llegado a tal extremo que el FDP comparó a la CSU con "una jabalí", por cómo había frenado la reforma de Sanidad, propuesta por su ministro Philipp Rösler. Los bávaros reaccionaron llamándoles "una banda de chorizos" a los liberales por incompetentes. También la CDU cargó, esta vez contra la CSU, calificando de "Rumpelstiltzchen" (enano saltarín) la actitud del ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg, durante las consultaciones del plan de austeridad.

Así suelen acabar las relaciones.

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