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Análisis | Crisis del Euro

La necesaria refundación europea

La crisis económica ha polarizado la zona euro y también ha hecho aflorar dudas sobre la viabilidad de la propia moneda única. Las perspectivas además no son halagüeñas. Un oscuro panorama al que es necesario oponer medidas estructurales y una decidida apuesta por otro modelo con una mayor cohesión social y productiva.Las perspectivas económicas para los próximos años son de estancamiento, ya que si no aumenta el consumo privado, ni el consumo público, ni la inversión productiva, se da un crecimiento «raquítico».

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Anton BORJA Profesor de EHU-UPV

El autor reflexiona sobre el convulso contexto económico que vive la Unión Europea y la cada vez más fracturada zona euro, un escenario, marcado por la crisis, en el que se están poniendo en cuestión muchas cosas y que requiere de medidas estructurales.

A lo largo de 2010 la crisis económica no cesa. Hemos visto el desarrollo de la crisis griega con un plan de financiamiento de 110.000 millones de euros para tres años, pero con un plan de ajuste que hace reducir el déficit público del 13,6% en 2009 al 2,8% en 2012 con los consiguientes recortes sociales en salarios de personal público, prestaciones sociales y privatizaciones de empresas públicas. A mes de mayo de 2010 ya se han contabilizado cuatro huelgas generales.

El Parlamento griego aprobó el mes pasado un plan para ahorrar 30.000 millones de euros, bajo presión de la Comisión Europea (CE) y FMI. Como vemos, la Unión Europea aplica en su seno, no medidas solidarias con Grecia, sino reglas del FMI cuyo objetivo es proteger los créditos de los bancos. El conjunto de medidas van a profundizar la recesión, incrementar el paro y aumentar las desigualdades.

En la cumbre de Bruselas del pasado 9 de mayo se aprobó el «Mecanismo de Estabilización Financiera», plan de ayuda que posibilita movilizar 750.000 millones de euros (con participación de 250.000 millones de euros del FMI) para comprar títulos de deuda publica de cualquiera de los estados miembros con problemas de finanzas públicas. Tanto la Comisión Europea como el FMI impulsan «reformas estructurales» que supongan «devaluación interna» de precios y salarios.

Además, con la excusa de disminuir las diferencias de tipo de interés pagados por la venta de títulos de deudas públicas, se tienen que recortar el gasto social y las pensiones. Con la excusa de incrementar la competitividad se buscan reformas laborales que abaraten costes laborales y de despidos.

También en mayo los gobiernos español, italiano, francés e irlandés adoptaron el «tijeretazo» social, de modo que en todos los casos se ha de alcanzar un déficit público inferior al 3% para 2013, salvo Irlanda, que lo cumplirá en 2014. En el caso español se trata de recortar 65.000 millones de euros de gasto público antes de 2013, afectando a ingresos de funcionarios públicos, pensionistas, subida del IVA, reducción en inversión pública, entre otros aspectos. Hay que señalar que, según la CE, la transferencia de recursos del Gobierno español a la banca ha sido de 61.000 millones de euros.

En este contexto, no es de extrañar que en las últimas previsiones oficiales, para 2013, exista una tasa de paro de 16%, dada la atonía económica que se espera. Es significativo que para la economia española, además del endeudamiento público (que supone el 67% del PIB en 2010) existe un fuerte endeudamiento privado de 178% del PIB ( más de 1,7 billones de euros) en 2010, frente al 100% del PIB en el caso alemán. El endeudamiento privado español se reparte, fundamentalmente, entre el endeudamiento familiar, 83% del PIB (tres cuartas partes del mismo lo absorben los créditos hipotecarios) y el endeudamiento del sector de la construcción y de la promoción inmobiliaria, que absorbe el 88% del PIB.

La lógica neoliberal existente en el conjunto de medidas europeas adoptadas, además de injusta, es ineficaz. En palabras de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economia, esta política económica europea «busca imponer una austeridad extrema. Eso terminará con una economia más débil y con menores ingresos fiscales, de modo que la reducción del déficit será mucho menor de lo esperado».

Dadas las sinergias de las recesiones entre diversos países europeos afectados, hay serias dudas, para diversos analistas, de la solvencia del euro y del posible riesgo de otras crisis financieras en cinco o diez años. Hay que considerar que en la UE había 8,7 billones de euros de deuda pública en 2009.

Las turbulencias financieras existentes explican que, en gran medida, el Plan de Ayuda europeo citado tenga por finalidad principal garantizar que los bancos europeos puedan cobrar las deudas existentes entre las finanzas públicas y las finanzas privadas, al igual que ha pasado con el caso griego. Es conocido que el gobierno de aquel país está endeudado con bancos franceses en 53.000 millones de euros, con bancos alemanes en 45.000 millones de euros, con bancos ingleses en 11.800 millones de euros, además de con otros bancos extranjeros. Lo que no deja de ser una suprema ironia, ya que ha sido la crisis bancaria y financiera la que ha provocado e impulsado la crisis de la deuda pública.

La crisis actual ha profundizado la polarización de la zona euro en dos grupos de estados.Por una parte Alemania, Holanda y Austria, que tenían grandes excedentes comerciales y con moderados déficits públicos. Por otra parte, las economias portuguesa, italiana, griega y española, con fuertes déficits comerciales y públicos, por encima de la media europea. Con la crisis los déficits públicos se profundizaron en estos últimos paises, degradándose la situación económica al mantenerse, asimismo, los déficits comerciales.

No hay que olvidar que en la dinámica europea, Alemania se ha beneficiado con la implantación del euro y que con la contención salarial de los últimos 15 años ha conseguido incrementar sus cuotas de mercado en la zona euro (75% de las exportaciones alemanas se producen en la UE) frente a los déficits comerciales de otros paises europeos, aumentando así la heterogeneidad y desequilibrios dentro del marco europeo.

Por ello, ahora, con la crisis, la economia alemana tiene dificultades de vender su producción, tanto en el mercado interior, dada la disminución de la demanda interna, como en el mercado exterior, dada la atonía económica. Y, por otra parte, tampoco los paises emergentes absorben la producción alemana como para compensar las pérdidas en el mercado europeo.

Es en este contexto de crisis cuando han resurgido las dudas sobre la viabilidad del euro. Paul Krugman, premio Nobel de Economia ha afirmado claramente que la viabilidad de la economia griega pasa por su salida de la moneda única.

¿Qué pasaría si Grecia abandonase el euro?. Podría devaluar su moneda, el dracma, y estimular las exportaciones, además de comprar deuda pública, evitando tener que pasar por los mercados de capitales. Pero al poner el dracma en circulación tendría que forzar la conversión de los activos denominados en euros en suelo griego en dracmas. La aceptación del dracma estaría basada en la confianza en el Banco Central griego, una confianza endeble por parte de los extranjeros, dado que los dracmas emitidos se devaluarían al acelerarse la transición monetaria. La logística de la transición monetaria crearía más problemas a la economia griega, como la subida de los tipos de interés.

Y lo dicho para el caso griego, vale para otros paises.

Las perspectivas económicas para los próximos años son de estancamiento económico, ya que si no aumenta el consumo privado (dado el endeudamiento existente y la congelación salarial), ni el consumo público (por el endeudamiento existente y la «rapidez» de su disminución), ni la inversión productiva, todo ello conduce a un crecimiento económico «raquítico» que determina el fracaso de la consolidación de las finanzas públicas (al no mejorar los ingresos fiscales).

Queda la oportunidad de mejorar la demanda externa (exportaciones) que compense las debilidades anteriores. Pero para ello se tiene que devaluar el euro frente al dólar y se tienen que revalorizar las monedas asiáticas (especialmente el yuan chino), algo que no parece que sea probable.

Si se quiere evitar la divergencia y heterogeneidad económica creciente entre los estados europeos, hace falta adoptar otro tipo de medidas. Una profunda reestructuración de los presupuestos de la UE, que favorezcan un federalismo económico (con transferencias de recursos públicos entre paises), con una cooperación estrecha entre países ricos y pobres, «acercando» la especialización productiva entre países, desarrollando una política industrial y económica europea, en campos como las energias renovables, economías de energia, protección de medio ambiente, desarrollo tecnológico, entre otras.

Este tipo de medidas supone un reforzamiento político de la UE. Una unión monetaria sin verdadera política económica común está abocada al fracaso. El Banco Central Europeo debe prestar dinero a los estados a tipos de interés muy bajos.

Actuación también en la esfera financiera, mediante una fuerte regulación de los mercados financieros; implantar una tasa sobre las transacciones financieras realizadas en la UE; obligar a los bancos a suscribir obligaciones del Estado a tipos de interés bajo; prohibir la especulación sobre las deudas públicas y restringir los fondos de alto riesgo. Todo ello supone un margen de maniobra para emprender reformas fiscales redistributivas tanto a nivel de cada Estado como en el plano de la UE. A nivel europeo, instaurar una tasa comunitaria sobre los beneficios empresariales y una tasa carbono para los sectores emisores de gases con efecto invernadero, favoreciendo asi un incremento de ingresos y gastos públicos. Y priorizar las inversiones públicas tanto en educación como en investigación.

¿Los gobiernos europeos están dispuestos a adoptar este tipo de medidas. Nada indica, desgraciadamente, que el futuro vaya en esta dirección. ¿Utopía europea? La crisis monetaria amenaza a los estados, y los gobiernos deberían ser los policías de los mercados y no al revés como sucede actualmente.

Siguiendo la trayectoria actual, de sumisión a los mercados financieros, se consolida el empeoramiento de las condiciones sociales de las poblaciones europeas. En esta situación, y va para largo, es decisiva la actuación de los sindicatos y de otros movimientos sociales para ir empujando hacia esa otra Europa que es posible y está en la Europa actual.

El modelo neoliberal está agotado y hay que defender escenarios de mayor cohesión social y productiva. La construcción europea debe refundarse desde una perspectiva de corte productivo, ecológico y social de tipo alternativo.

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