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Fede de los Ríos

Nos quieren joder la vida

Si alguien tenía el delirio de creerse trabajador «fijo», que vaya descendiendo del guindo. Eventual y fijo se han convertido en sinónimos en el diccionario de la patronal, el único con valor legal gracias a sus monaguillos del PSOE y a sus mantenidas, UGT y CCOO

Suben la luz, y no sólo el 2% que aumentará el IVA. Van a subir, además, la parte fija de la tarifa contratada para que nadie escape, salvo las grandes empresas, por supuesto. A ésas no les suben. Están pasando un mal momento. Los hijos de la gran puta van a subirnos la luz a pesar de los grandes beneficios conseguidos a nuestra costa y en estos tiempos que llaman «de crisis». Todo legal. Y si usted, querido pensionista congelado, armado de razón y, ¿por qué no?, de un hacha, acercándose a uno de los accionistas o gerentes de cualquiera de las hidroeléctricas le descerraja un golpe en toda la testa, será usted no ya un ser justiciero digno de honores, sino un sujeto violento. Y su acción, lejos de ser loada y recogida en poemas para generaciones posteriores, será tildada de criminal por los omnipresentes medios de propaganda y alienación.

Vienen tiempos crudos. Difíciles para los de a pie. El próximo miércoles, si Dios no lo remedia (y no lo hará porque, de existir, indudablemente está a sueldo del Capital), el Gobierno de Zapatero aprobará la tan cacareada reforma laboral. Necesaria para salir de la crisis, dicen los que nos metieron en ella. Puedes ponerte a temblar, hombre y mujer de a pie, si el patrón quiere más beneficio o bien será a costa de tu salario o bien prolongando tu tiempo de trabajo, de no-vida. Por eso necesita poder contratar y despedir a su antojo y no pagar mucho por ello. Quiere individuos con especialización pero sumisos, que no tengan tentación de autovalorarse. Para ello, nada mejor que la constante amenaza sobre sus cabezas de un despido aún más libre. Si antes el patrón tenía que pagar por despedir 45 días por año trabajado, ahora, merced al Partido «Socialista» (tiene bemoles el nombre) «Obrero» (muchos más bemoles, si cabe) Español (si le deja el imperio), ahora, digo, gracias al de León y su camarilla, el trabajador asalariado solamente cobrará 20 días por año cuando lo echen a la calle. De esos 20 días, Fogasa (el Fondo de garantía salarial perteneciente al Estado y creado con los impuestos de los propios trabajadores) pagará ocho de los que percibirá el despedido.

Si alguien tenía el delirio de creerse trabajador «fijo», que vaya descendiendo del guindo en el que se hallaba. Eventual y fijo se han convertido en sinónimos en el diccionario de la patronal, el único con valor legal gracias a sus monaguillos del PSOE y a sus mantenidas, la UGT y CCOO. Nunca gozó Marcelino Camacho de mis afectos, sobre todo después de los Pactos de la Moncloa... pero, qué queréis que os diga, lo recuerdo con aquél jersey azul con cremallera, me acuerdo de lo relatado por mi padre sobre la mina La Camocha; aquellas comisiones obreras a semejanza de los consejos obreros. Veo lo que vino después: Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo, el uno actual presidente de la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso español y conferenciante en la FAES de Aznar el otro, y me da pena de Marcelino. Debe de ser que la edad te vuelve más sensible. ¿Arrimar el hombro? Sí, cómo no. Siempre que sea para portar los féretros que encierran sus cadáveres. Así sea.

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