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Análisis | Elecciones en Bélgica

Crónica de una muerte anunciada

Bélgica, creada en 1830, va camino de desaparecer. Como suele decirse, cuesta abajo y sin frenos. Personalmente, dudo mucho que consiga celebrar su 200 aniversario.

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Gorka ELEJABARRIETA

Bélgica puede estar ante el inicio del fin de sus días como Estado. Por primera vez, un partido que se declara abiertamente independentista, la formación flamenca N-VA, podría ganar las elecciones y, en torno a esta hipótesis, el autor hace un repaso sobre distintos escenarios.

Rick Torfs, profesor de la Universidad flamenca de Lovaina considera que «la indiferencia» va a matar a Bélgica. Y estoy de acuerdo con su afirmación. No se trata de que los flamencos odien a los valones o a la inversa. El problema de Bélgica es que flamencos y valones no tienen nada en común, y se desconocen los unos a los otros.

Según un estudio realizado por el periódico francófono «Le Soir», flamencos y valones no comparten nada relacionado ni con la geografía ni los juegos ni los programas que ven en la televisión ni la crisis financiera ni la cocina ni el pop ni el rock ni el fútbol ni el tenis ni los Juegos Olímpicos ni los parques de atracciones. Yo añadiría otra serie de áreas, pero me parece que las expuestas por «Le Soir» dan una idea bastante clara de lo que quiero decir con la palabra indiferencia.

Cuando el 13 de diciembre del 2006 la RTBF (televisión pública francófona) emitió un documental ficticio en el que los flamencos aparecían declarando su independencia, gran parte de la audiencia creyó que era cierto. Hubiera bastado con que hubiese cambiado de canal, a cualquier canal de la televisión flamenca, para descubrir que era una «broma». Pero los valones no tienen por costumbre ver la televisión flamenca.

Se trata de dos realidades completamente diferentes, con gustos, inquietudes y objetivos distintos. Esa es la indiferencia que va hacer desaparecer Bélgica como Estado.

Por primera vez en la historia de Bélgica, un partido político que se declara abiertamente independentista tiene opciones serias de ganar las elecciones. Según las diferentes encuestas realizadas en cuanto a intención de voto de los ciudadanos flamencos, N-VA sería el partido mas votado en Flandes con un 26% de los votos.

Es la gran novedad de la campaña electoral, y todos los focos, micrófonos y opiniones del resto de candidatos giran en torno a ella. También la atención de la prensa internacional, tanto que ha obligado al partido nacionalista a tener que realizar una conferencia de prensa exclusiva para los medios internacionales, ya que según él mismo ha afirmado, no podía responder positivamente a todas las peticiones de entrevista que ha recibido.

N-VA, partido nacionalista, heredero de la extinta Volks Unie (Herri Batasuna), nació en 2001. En su primera participación en unas elecciones federales, allá por el año 2003, no reunió más que el 3% de los votos y un diputado. Mañana, tan sólo siete años después puede convertirse en el partido más votado en Flandes. Resulta evidente que su resultado será espléndido, y que mejorará los obtenidos hasta ahora de una forma importante, aun si no consigue llevarse la victoria en esta cita electoral.

Tras sus comienzos en solitario, N-VA formó coalición electoral con el partido cristianodemócrata CD&V en el año 2004, y ganó las elecciones federales de 2007. Aun así, no le tembló el pulso a la hora de romper esa coalición tras constatar que sus socios cristianodemócratas se echaban atrás ante las presiones de partidos valones a la hora de promover la reforma del Estado. Los expertos auguraban que la ruptura de la coalición condenaba a N-VA al ostracismo político. Muy al contrario, los electores flamencos han recompensado la coherencia y firmeza mostrada por esta formación política en todos estos años.

Hace unos cuantos años que el tema de la ruptura de Bélgica dejó de ser un tabú y, precisamente, es éste el debate que está copando la mayoría de las intervenciones de los distintos candidatos.

Los portavoces de N-VA y, muy especialmente, su líder, Bart de Wever, se refieren al proceso independentista que pretenden materializar como un «Evolution Process», haciendo gala del conocido humor flamenco, ya que al resto de formaciones se les acusa de querer realizar un «Revolution Process». Según su opinión, este proceso evolutivo debe hacer transitar a Bélgica de un Estado federal a uno confederal, como último paso previo a la independencia de Flandes.

Lo curioso es que este planteamiento confederalista ha calado en el resto de formaciones políticas flamencas, así como en la opinión pública.

Se trata, por tanto, de un proceso escalonado en el que de forma democrática y pacífica, «sin romper un plato», como afirman algunos flamencos, Flandes se constituiría como un Estado soberano.

Resulta un planteamiento lógico y en concordancia con el desarrollo del Estado belga desde su creación en 1830.

Un sondeo publicado el mes de junio de 2008 mostró, por primera vez, que la mayoría de los flamencos son favorables a la independencia y que dos de cada tres flamencos consideran la ruptura con los francófonos como «inevitable».

Bart de Wever, en un comunicado hecho público esta misma semana, ha declarado que el modelo que pretenden implantar debe dirigirse a conseguir «más competencias de Flandes por un lado y de Europa por otro», aplicando eso sí, el principio de subsidiaridad.

La creación y posterior evolución de la Unión Europea han tenido una influencia determinante en el desarrollo de las naciones sin Estado europeas hacia la independencia.

Resulta evidente que a medida que un mayor número de competencias dependan de la UE, las naciones sin Estado verán necesario para la mejor defensa de sus intereses el tener asiento propio en el Consejo de la Unión Europea, sin tener que pasar primero por las capitales de los estados a los que pertenecen. Un claro ejemplo de esto es la negativa de la Islas Feroe a incorporarse junto con Dinamarca a los Veintisiete, o la decisión de Groenlandia de abandonarla después de haber sido parte de la UE durante unos años.

Esta evolución que se ha dado en los posicionamientos independentistas dentro de las naciones sin Estado resulta evidente. No hay más que consta- tar que, por primera vez en la historia, en el norte de Irlanda, en Escocia, en las Islas Feroe y en Groenlandia los partidos más votados son partidos independentistas con una clara agenda en favor de constituir estados soberanos. Flandes tiene la oportunidad de unirse mañana a este selecto club. Los vascos no podemos quedarnos al margen de este proceso.

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