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«La arquitectura es una ecuación compleja y el arte está en el salto al vacío»

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Alejandro Aravena

Arquitecto

Nació en Chile en 1967 y se ha convertido en uno de los gurús de la arquitectura mundial. Pasó de diseñar museos y grandes construcciones a trabajar con poco, a aplicar sus conocimientos a la vivienda social. Lamentablemente, el terremoto de Chile le genera ahora muchísimo trabajo. Ha sido reconocido con el León de Plata, el Marcus Prize, el Premio Avonni y la medalla Erich Schelling.

Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

Lleva el pelo rigurosamente mal cortado. Sin corbata. Camisa con cuello de pico. Su chaqueta es de diseño, deshilachada a drede. Lo ha ganado prácticamente todo en arquitectura con muy poco. El mérito le viene de introducir el diseño más rompedor (mitad matemática, mitad arte) en la vivienda social, donde no hay plata. Aravena es el arquitecto de la escasez. Sólo le queda un reconocimiento para entrar definitivamente en el estrellato de la arquitectura, el premio Pritzker (el Nobel de los arquitectos), pero lo tiene difícil: es miembro del jurado.

Le ruego que no utilice un lenguaje demasiado técnico. Este no es un diario especializado en arquitectura...

Mejor, mucho más cómodo, la mayoría de gente con la que trato no son arquitectos.

Entonces, sea llano. ¿En qué consiste Elemental?

Elemental nació como una iniciativa académica en el año 2000 entre la Universidad de Harvard y la escuela de Gobierno. ¿Qué buscábamos? Mejorar la calidad de la vivienda social en Chile. Esta iniciativa con el tiempo mudó y creció hacia las dos vertientes en las que se trabaja ahora. Por un lado, pasó de una iniciativa académica a una compañía. Ahora es una empresa con ánimo de lucro, pero con interés social. Los fundadores tenemos como socios a la Universidad Católica y a la petrolífera de Chile. ¿Por qué con ánimo de lucro? Porque vimos que era la única manera de sustentar Elemental en el tiempo. La segunda expansión fue salirnos de la vivienda y empezar a trabajar la ciudad.

¿Y qué es una ciudad?

Vemos la ciudad como un sinnúmero de oportunidades que permiten mejorar la calidad de vida de la gente más pobre aquí y ahora. Sin tocar la distribución del ingreso, que es lo único que se escucha cuando se habla de corregir desigualdades. La ciudad es un atajo hacia la equidad.

Las fronteras de Chile ya se os han quedado pequeñas.

El problema de la vivienda no es exclusivo de Chile, pero el trabajo en Chile nos daba una ventaja: hemos conseguido resolver problemas urbanos y de vivienda con muy pocos recursos. Y ese conocimiento no está muy extendido en el mundo. Hay gente que hace cosas de calidad, pero cuestan caras, y gente que hace cosas baratas pero son malas. Enfrentamos la vivienda como un conjunto de soluciones de diseño, que es lo que sabemos hacer, no somos políticos ni economistas. Debemos entender las claves de la política y la economía, las lógicas sociales de los proyectos, pero nuestro fuerte es el diseño, mediante él conseguimos hacer que el proyecto sea una inversión y no un gasto social. En la práctica, logramos que las viviendas sociales también cobren valor con el paso del tiempo. No hay motivo para que eso no ocurra con este tipo de construcciones.

Me preocupa la internacionalización: viviendas iguales para todos. Cada cultura vive la casa de una forma muy particular. Por ejemplo, en los pueblos de Euskal Herria la gente les pone nombre a sus casas y a muchas personas se les identifica por la casa de la que provienen.

Para construir casas aquí, quizá ésa sea una variable a considerar en la ecuación. De lo contrario la respuesta sería inapropiada. Esas particularidades deben considerarse en la formulación correcta de la pregunta. Ahora bien, no somos tan distintos. Hay estándares de confort que son comunes. Margarite de Yourcenar dice que una escalera es cómoda ahora y en la época de los romanos, porque tenemos los mismos tendones.

¿De dónde surge la idea de hacer medias casas?

Cuando no hay recursos suficientes, en lugar de hacer una casa pequeña, hacemos la mitad de una casa buena. ¿Pero qué mitad hacemos? La que individualmente no puede ser bien hecha, estructura, etc. Es un sistema abierto. La casa se adapta al lugar y a la familia en esa segunda parte. Por ejemplo, si no hay dinero, no hacemos el cerramiento. Quien mejor sabe cuántas habitaciones necesita o si lo que quiere es un salón grande es el que va a ocupar la vivienda. Es un sistema abierto y colaborar es fundamental.

¿Y dónde queda el arte? ¿Podemos hablar de arquitectura como arte?

¿El arte? Nosotros hacemos un esfuerzo importante por explicitar los términos de una ecuación que queremos resolver. No es que pensemos que la arquitectura es una ciencia, sino que cuando enfrentas un problema como una ecuación puedes hablar con claridad. Si hablas de arte es difícilmente medible cuándo haces una cosa mejor que otra. En el arte sólo puedes decir esto es distinto de lo otro. Y eso no nos interesa. Lo que buscamos es poder decirle a la gente de a pie que esto es mejor que lo otro. Para ello, hay que expresarse en términos que todos, expertos y no expertos, puedan saber que esto es mejor que lo anterior. Hay que ser objetivo, pragmático, hay que poder verbalizarlo con simpleza. Ahora bien, no es ciencia. A pesar de que tengas una ecuación en la que puedas medir los términos, esta ecuación no tiene una sola respuesta sino varias. La manera de llegar a la respuesta acertada muchas veces es dar un salto al vacío. Cuando la ecuación es tan compleja, la causa efecto, un proceso lineal resulta reductivo. Si hay arte en algún lado, está en ese salto que sintetiza sin reducir complejidad y que da respuestas suficientemente simples como para ser operativas.

 
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