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El nuevo disco y la desesperanza de la soprano Renée Fleming

El último trabajo discográfico de la diva americana de la ópera Renée Fleming, titulado «Dark Hope», versiona temas de indie/rock de artistas tan dispares como Muse o The Mars Volta. Sin embargo, la primera reacción con que muchos críticos y aficionados han saludado el lanzamiento discográfico ha sido de escepticismo, abriendo un interesante debate en torno a los límites entre los géneros de la música clásica y la popular.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

El que los cantantes de ópera realicen incursiones y graben discos de música popular es una tradición que se remonta, prácticamente, a los inicios de la fonografía, con Caruso cantando melodías italianas como «O Sole Mio» y «Santa Lucia». Pero el gran pionero del crossover clásico fue el tenor hollywoodiense Mario Lanza, que con varios discos a principios de la década de los 50, y temas como «Be my love», «The Loveliest Night of the Year» o «Because You´re Mine», alcanzó varios números uno en las listas Billboard, inaugurando oficialmente una práctica que en décadas posteriores abrían de imitar muchas grandes estrellas de la ópera. Lesley Garret cantando repertorio de la comedia musical, o José Carreras prestando su voz a la banda sonora de West Side Story han sido dos de los hitos del crossover clásico, como lo fue también el «Barcelona» de Montserrat Caballé junto con Freddy Mercury o los gamberros dúos de Pavarotti con estrellas del pop como Celine Dion o las Spice Girls. En los últimos años han seguido llegando discos deliciosos, como el de Anne Sofie von Otter cantando temas lentos de Abba, y han surgido además nuevas figuras especializadas en crossover clásico, como Andrea Bocelli, Sarah Brightman o Il Divo. ¿Qué ha ocurrido, entonces, para que el disco crossover de Renée Fleming, la gran diva americana de la ópera actual, esté suscitando semejante polémica?

Titulado «Dark Hope», el disco fue una iniciativa de Q Prime, agencia de management de Fleming y también de bandas como Metallica, Muse o The Mars Volta, cuyos temas canta la soprano junto a otros bien conocidos de Band of Horses, Willy Mason, Jefferson Airplane, Arcade Fire, Tears for Fears, Peter Gabriel, Duffy, Death Cab for Cutie y Leonard Cohen. La propia Fleming ha reconocido públicamente que en un primer momento pensó que el proyecto era «una auténtica locura» y que «se habían equivocado de persona», y que «con excepción del tema de Peter Gabriel, no conocía ninguna de las canciones». Como era de esperar, estas declaraciones han enfurecido a algunos aficionados al pop rock, que no entienden por qué la diva ha ido a meter las narices en un repertorio que no le interesa en absoluto, además tratándose de bandas y artistas de auténtico culto, no el inofensivo repertorio de baladas que suelen elegir los cantantes de ópera cuando realizan crossover. «El mejor consejo -advierte un lector en los foros del New York Times- es que uno escuche los originales, interpretados por los artistas originales, auténticos artistas de pop rock que conocen el estilo y el sentimiento apropiado». Otro lector compara a Fleming con la extravagante Susan Boyle y su versión de «Wild Horses» de los Rolling Stones, y concluye que el disco es algo «inaceptable y ofensivo».

Los arreglos del productor David Kahne son en parte culpables de esta mala acogida por parte de los amantes del pop rock, pues tratan de convertir estos temas de indie oscuros y profundos en asépticas y comerciales melodías para el público estándar. La polémica ha llegado al punto de que dos de los grandes tótems del citado rotativo americano, Anthony Tommasini, crítico principal de música clásica, y Jon Pareles, de pop, se embarcaron hace unos días en un debate público en el que, más que posicionarse a favor o en contra del disco, intentaban dilucidar qué demonios pretendía conseguir Renée Fleming sacando un disco como este. Pero hasta la propia cantante, que parece haberse dado cuenta del patinazo que supone este disco en su brillante carrera, ha confesado hace poco en Madrid que una de sus mayores preocupaciones cuando grababa el disco era «que no pareciera ridículo», unas desafortunadas declaraciones que ya han dado la vuelta al mundo en los blogs y revistas de música.

Metamorfosis

En el otro lado del espectro, los aficionados al canto lírico tampoco han encontrado satisfactorio este «Dark Hope». Hay una regla de oro en los crossovers de cantantes de ópera, y es que estos siempre deben conservar, aunque sea en parte, la impostación lírica de su voz. Fleming se ha saltado esta convención y ha metamorfoseado completamente su voz, hasta el punto de resultar irreconocible. Se trata de una voz realmente bella por momentos, pero definitivamente no ofrece nada que pueda enganchar a los aficionados a la ópera. Así que el disco, que acaba de ser lanzado al mercado, se prevé ya como un pequeño fiasco para Decca, compañía que, no obstante, sabe vender muy bien este tipo de productos y ha puesto ya en marcha toda su maquinaria de marketing.

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