La prensa alemana puso ayer en la picota tanto a las autoriades municipales como a las del festival después de que se supiera que se produjeron graves negligencias en materia de seguridad y que éstas fueron las verdaderas causantes de una tragedia que el pasado sábado causó, según las cifras que se ofrecieron ayer, 19 muertos y 551 heridos. Pese a todo, uno de los 43 heridos hospitalizados continúa debatiéndose entre la vida y la muerte.

La opinión mayoritaria es que Duisburg, que tiene menos de 500.000 habitantes, es demasiado pequeña para acoger un evento que, según las estimaciones de los organizadores, reunió a 1,4 millones de personas. La revista «Der Spiegel» afirmaba ayer, basándose en documentos oficiales, que un informe preliminar fijaba que en ese recinto sólo podían autorizarse concentraciones de hasta 250.000 personas. Pese a ello, Duisburgo autorizó la fiesta en ese lugar para ahorrarse costes de seguridad, ya que buscar un recinto mayor implicaba aumentar el contingente policial, según apuntó a ese medio el presidente del sindicato policial, Rainer Wendt.

El diario de Colonia «Kölner Stadt-Anzeiger» afirmaba, por su parte, que el alcalde conservador de Duisburgo, Adolf Sauerland, había sido informado por escrito en octubre de 2009 de que la zona de la antigua estación ferroviaria era demasiado pequeño. «Si la ciudad tiene algo que reprocharse, nosotros asumiremos nuestras responsabilidades», afirmó el alcalde. En un comunicado, dijo «entender» las peticiones de dimisión, pero considera que hay que «esperar un tiempo para arrojar luz sobre los terribles acontecimientos». Según la prensa alemana, el alcalde fue objeto de una pitada y de lanzamiento de objetos durante su visita al lugar el pasado domingo.

Desde el sábado está abierta una investigación sobre «toda una serie de preguntas sin respuesta», en palabras del portavoz de Angela Merkel, Ulrich Wilhelm.

En la entrada del túnel, único acceso al espacio donde se celebraba la fiesta y lugar donde tuvo lugar la estampida, hay cientos de velas encendidas , flores y mensajes dirigidos a la memoria de las víctimas. Algunos eran de ira: un mensaje firmado por «una madre» acusaba a los organizadores de «haber enviado a nuestros hijos a la muerte».

Desde la noche del sábado, las televisiones no paran de emitir imágenes recogidas por las personas que se encontraban en el lugar, mostrando cuerpos sin vida en medio de la multitud o a jóvenes aplastados en el suelo. Entre los fallecidos había once mujeres y ocho hombres, entre ellos siete extranjeros -dos estudiantes catalanas de Erasmus, una de Australia, una de Bosnia-Herzegovina, una de China, uno de Italia y otra de Kölner Stadt-Anzeigere los Países Bajos-.