Belén MARTÍNEZ Analista social
Jorge Rafael Videla está en Facebook
Al dictador responsable de uno de los períodos más tenebrosos de la historia de Argentina, con miles de personas asesinadas, desaparecidas y exiliadas, está inscrito en Facebook. Ariel Sharon, que en 1981 autorizó las masacres contra la población palestina refugiada en los campos de Sabra y Chatila, también forma parte de la red social.
En cambio, Arnaldo Otegi, el líder de la izquierda abertzale que ha mantenido «un discurso por la paz» (como reconoció el propio Zapatero, en 2006), acaba de ver suprimida su cuenta en Facebook por segunda vez. Otegi contaba con unos 4.600 amigos y seguidores. No sólo han clausurado su página, también han borrado su perfil.
La empresa justifica la supresión argumentando que «el perfil de un usuario tan sólo puede ser administrado por el titular del mismo y no terceras partes o representantes legales». No me convence su explicación. ¿Cómo explican que Sharon o Radovan KaradÏiç conserven su página?
Esta empresa intangible formada por 500 millones de usuarios y usuarias, constituye el tercer `país' más poblado del mundo, después de China e India. Y suscita más interés que el tigre y el dragón, juntos o en duelo. Los activos de Facebook (su ventaja más competitiva), son las usuarias, adeptos, amigas y seguidores inscritos, y la información que generan, así como una publicidad autorreferencial que se transfiere - y transita- `libremente' por la red, gracias a la aplicación de técnicas y estrategias de marketing que «ayudan a comunicarte y compartir tu vida con las personas que conoces». ¿Es Facebook un estado de derecho virtual en el que se puede ejercer la libertad de expresión?