Antonio ALVAREZ-SOLIS Periodista
Jugar con fuego
Valga una obviedad: jugar con fuego es complicado. A veces el fuego tiende una trampa al incendiario. ¿Está pasando eso en Euskadi? La quema de contenedores y otros elementos -que uno se explica psicológicamente por la tensión a que el poder somete a algunos amantes de su patria- puede favorecer a quienes buscan pretextos para la represión de la línea de acción política soberanista que trata de desnudar de su cinismo a los obstinados persecutores del abertzalismo progresista. Mas no es esto en lo que queremos centrar este billete.
Una pregunta asimismo obvia: ¿Puede asegurar el actual Gobierno Vasco, con pruebas materiales, que esos contados incendios -denominados gamberradas en otras tierras del Estado- tienen siempre la autoría que se les supone? ¿Es fiable la actual consejería vasca del Interior? Yo no lo creo. El pecado original de la presente gobernación vasca -el huevo hibridado de las urnas- es particularmente sensible en el departamento que dirige el Sr. Ares. Si no significara también una ofensa para Galicia -media tierra del que suscribe- me atrevería a decir que lo que está haciendo en un orden general el Sr. Ares constituye una serie de gallegadas que han perdido incluso el perfil sutil que muchas gallegadas muestran.
Toda esta sospecha acerca del origen de algunos incendios se aviva en el recuerdo de acontecimientos como la quema de iglesias en cierto momento de la vida republicana. Realmente una serie de tales incendios brotaron de manos de una capa popular herida por una tradición de represiones sangrientas, pero ¿no hubo otros incendiarios agazapados en el anonimato y dispuestos a subrayar la racha? Sí, los hubo. Recordemos.