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Movimientos políticos en Euskal Herria

Los hechos van animando al optimismo racional frente a tanto cenizo interesado

La Declaración de Bruselas y sus firmantes vuelven a estar de actualidad. En Euskal Herria va creciendo una  opinión generalizada de que aquel texto suscrito en marzo por cuatro premios Nobel de la paz y otros diecisiete protagonistas en resolución de conflictos por todo el mundo puede tener peso e influencia en la solución del que atenaza a este país. Por eso hoy conviene recordar lo que dijeron los gobiernos cuando se hizo pública. La portavoz del Ejecutivo autonómico, Idoia Mendia, afirmó (¡a ver si lo aciertan!) que «la declaración no dice nada nuevo que no haya dicho ya la sociedad vasca».

De la fingida indiferencia pasaron a mostrar los verdaderos sentimientos de irritación. Madrid calló durante una semana, hasta que, con el comunicado en el que ETA daba su versión del tiroteo en el que murió un gendarme francés, Alfredo Pérez Rubalcaba encontró la forma de desfogarse anunciando que iba a enviar el escrito al Parlamento Europeo traducido en varios idiomas para que los firmantes de la Declaración «vean con quién se juegan los cuartos». Rodolfo Ares dijo al mismo tiempo que la Fundación Nelson Mandela, Desmond Tutu, Frederik de Klerk, John Hume, Mary Robinson o el ex secretario general de Interpol, Raymod Kendall, «son más asesores de Batasuna que mediadores entendidos en términos exactos». ¡Menuda nómina para un partido ilegalizado! Lo que Rubalcaba y Ares expresaban es lo poco que les gusta que la comunidad internacional se interese por su forma de llevar el conflicto.

Cuando después de haber suspendido sus acciones armadas ETA se muestra abierta a estudiar conjuntamente con los firmantes de la Declaración de Bruselas los compromisos a adoptar, la mayoría de los mortales entiende que la organización vasca está dispuesta a cumplir con su parte y que lo que le gustaría hablar con los impulsores de la iniciativa es de cómo pueden emplear su capital político internacional para que también Madrid dé pasos en la buena dirección, en lugar de prohibir manifestaciones y organizar redadas que se saldan con encarcelamientos y terribles testimonios de torturas.

Pero frente a la percepción social de que paso a paso se avanza, los contestadores automáticos gubernamentales insisten en que nunca hay nada nuevo y que el único comunicado que esperan es el de la rendición y voluntaria entrega. Sin embargo, afloran tímidos indicios de que ese disco rayado oficial empieza a resultar exasperante para muchas personas, que prefieren optar por el optimismo racional ante tanto agorero y cenizo que parece ocultar intereses difícilmente confesables.

Hace apenas quince días el discurso general, la consigna, era que lo dicho por ETA era insuficiente. Ahora las agencias llaman a personalidades internacionales para conocer su disposición a intermediar en el conflicto.

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