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La coalición de centro-derecha sueca comienza a cortejar a los ecologistas

El guión se repite. La derecha llega al poder y su gestión, que genera inestabilidad social y económica, refuerza la posición de la ultraderecha. Ésta irrumpe con fuerza en las siguientes elecciones y rompe todos los equilibrios de mayorías y minorías. En vista del callejón sin salida, la derecha busca la complicidad de sectores a la izquierda para seguir en el poder. Es un viejo guión y se está haciendo realidad en Suecia.
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Las elecciones legislativas suecas han desembocado en una situación complicada, con una coalición de centro-derecha minoritaria que tienta a su izquierda con la amenaza de la ultraderecha. El primer ministro, Fredrik Reinfeldt, cuya coalición ha perdido la mayoría absoluta -se ha dejado seis escaños- insiste en que no buscará una alianza con los ultraderechistas Demócratas de Suecia (DS).

«He sido claro. No vamos a cooperar ni a depender del DS», señaló a sus partidarios, para anunciar que «voy a dirigirme a los Verdes para buscar apoyo».

El Partido del Medio Ambiente se ha convertido en la tercera fuerza política en Suecia y contará con 25 diputados. Los Verdes hicieron campaña en el marco de la coalición con los socialdemócratas y la izquierda.

La co-líder ecologista, Maria Wetterstrand, ha advertido de que «va a ser difícil para nosotros mirar a los ojos a nuestros electores y decirles que vamos a colaborar con el Gobierno».

El diario «Expressen», de derecha, alertaba ayer en su editorial que «las fuerzas oscuras han terminado finalmente por tomar como rehén a la democracia sueca» e instaba a Reinfeldt a buscar con urgencia el apoyo de los Verdes. «Si el precio a pagar es el Ministerio de Medio Ambiente o algún impuesto especial a los carburantes, no hay un segundo que perder», dijo.

Resultado histórico

La prensa sueca coincidía ayer al señalar que estaríamos ante «el final de una época». Y es que es la primera vez que el centro-derecha sueco lograr la reelección, e igual de histórico resulta el hundimiento de los socialdemócratas, que cosechan su peor resultado electoral desde 1914. El tercer elemento es la irrupción, con 20 diputados, de la extrema derecha. Mona Sahlin, cabeza de cartel de la socialdemo-

cracia, reconoció la derrota. «No hemos sido capaces de recuperar la confianza», señaló, para añadir que «ahora le toca a Reinfeldt decir cómo espera dirigir a Suecia sin caer bajo la influencia del DS».

«La época en la que un partido tenía garantizado el poder ha terminado felizmente», señalaba en su editorial el diario sueco «Dagens Nyheter».

Además de ajustar viejas cuentas con la socialdemocracia sueca, la prensa derechista se vio obligada a reconocer que la llegada de la ultaderecha supone «un salto a lo desconocido».

El líder ultra, Jimmie Aakesson, se ha apresurado a prometer que «no vamos a crear problemas y asumiremos nuestras responsabilidades. Es mi promesa al pueblo sueco». El diario de izquierda «Aftonbladet» no se deja engañar: «Reinfeldt piensa seguir en el poder y probablemente lo hará al amparo de un partido racista», auguraba.

negociaciones

El líder de los Verdes, Peter Eriksson, instó a esperar a los resultados definitivos pero insistió en que «no tendría sentido» no contar, en eventuales negociaciones, con la aún primera fuerza del país, sus aliados socialdemócratas.

octubre

El primer ministro, Fredrik Reinfeldt, se ha dado hasta el 5 de octubre para formar gobierno. No se descarta que lo haga en minoría aunque tampoco se da por imposible una nueva convocatoria electoral.

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