Una vez más, el delantero del Athletic Fernando Llorente tuvo que ejercer de apagafuegos de la selección española cuando, saliendo desde el banquillo, anotó a falta de once minutos para el final el gol decisivo que dio los tres puntos a los de Del Bosque y acabó con el espíritu del protagonista de «Braveheart», William Wallace, encarnado en una selección que nunca se dio por vencida, pese a ir perdiendo por 0-2 en el 55.

Fue el guión de una película esperada, en la que los anfitriones le pusieron tanto derroche como poco fútbol y los campeones del mundo ejercieron de apisonadora con su juego machacón hasta abrir una brecha en la defensa rival. Tras varias andanadas, ese lance llegó con el claro penalti por manos de Whittaker, que transformó Villa igulando a Raúl como máximo anotador de la selección española, con 44 dianas.

Iniesta puso más tierra de por medio a diez minutos de la reanudación, pero los escoceses empataron en poco más de diez minutos mediante Naismith y un gol en propia puerta de Piqué. Como solución de urgencia y con acierto, Del Bosque tiró de nuevo del ariete rojiblanco para sacarle las castañas del fuego.

Montenegro se doctora

Gracias a la inoperancia en las filas inglesas, Montenegro demostró en Wembley que su reciente trayectoria no es fruto de la casualidad y conservó el liderato arrancando un empate en un histórico escenario. La escasa eficacia británica se manifestó en carne y hueso en las ocasiones falladas por Crouch y la insípida presencia de Rooney. Los balcánicos fueron de menos a más e incluso dispararon al palo, pero fue su meta, Bozovic, quien les salvó en el 89.