EEUU afronta las elecciones a medio mandato más caras de la historia
Las elecciones legislativas del 2 de noviembre se han convertido, con sus 3.500 millones de dólares, en los comicios a medio mandato más caros de la historia de EEUU. Una generosidad nutrida por empresarios y multimillonarios que tras los fallos del Supremo en defensa de la libertad de expresión gozan ahora de más libertad para financiar de forma oculta a sus candidatos.
David BROOKS «La Jornada»
Una de las candidatas que participan en las elecciones a medio mandato del 2 de noviembre, afirmó esta semana que de todos los aspirantes, ella es la única con la experiencia necesaria para manejar a las rameras en la legislatura y que, además, es más honesta en asuntos de contabilidad y sabe brindar servicios a tiempo y confiables, mejor que otros políticos. Su experiencia previa es haber sido dueña de un prostíbulo.
Kristin Davis no ganará la Gobernatura del Estado de Nueva York, pero tal vez saldría victoriosa en cualquier concurso de honestidad, en medio de lo que son las elecciones a medio mandato más caras de la historia de EEUU, lo que confirma otra vez que no son los ciudadanos sino el dinero lo que determina en gran medida el proceso democrático de este país.
El 2 de noviembre estarán en juego los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 36 de los cien del Senado, y 37 de las 50 gobernaturas del país, y también tendrán lugar otros comicios en los ámbitos estatal y local. Asimismo, se votarán una serie de medidas sujetas a referéndum estatal; la más famosa y observada de todas es la Proposición 19 en California, que busca legalizar el uso personal de la marihuana.
Algunos interpretan esta cita electoral como una especie de referendo sobre los dos primeros años del Gobierno de Barack Obama. Otros aseguran que se trata de economía y empleo, y hay quienes advierten del riesgo de que la extrema derecha obtenga mayor poder a través del movimiento ultraconservador populista Tea Party.
Todos estos elementos están presentes e interrelacionados, pero dos factores parecen fundamentales: que una mayoría del electorado desaprueba a toda la clase política y que el dinero político ahora es más poderoso y abundante que nunca.
Aunque una abrumadora mayoría reprueba al poder legislativo, eso parece no importarle mucho a los legisladores, quienes libran una intensa batalla sobre quién se queda y quién se va, y cuál de los dos partidos obtendrá el control de una o ambas cámaras tras los comicios. Según una encuesta reciente del «Washington Post»/»ABC News», el Congreso goza de un índice de aprobación del 23%; el 61% desaprueba a los legisladores demócratas y 67%, a los republicanos.
La balanza del poder
Pero lo que la ciudadanía expresa y lo que los políticos profesionales hacen son cosas diferentes. Aunque se espera una tasa de participación electoral muy baja, la cita provocará cambios dramáticos. Por ahora los demócratas controlan la Cámara Baja (255 frente a 179 republicanos), la Cámara Alta (59 frente a 41) y ocupan más gobernaturas (26 frente 23). Pero esta balanza de poder está por cambiar. Casi todos los pronósticos apuntan hacia una derrota demócrata y la pérdida de la mayoría en la Cámara Baja; la posibilidad, más remota, de que suceda lo mismo en el Senado, y que más gobiernos estatales pasen a manos republicanas.
Por ahora, según cálculos políticos recientes, los republicanos tienen un 73% de probabilidades de tomar el control de la Cámara Baja. Pero los pronósticos enfrentan algo poco usual, ya que hay casi el doble de escaños (87, según el influyente Cook Political Report) que los habituales en estas contiendas que no está claro para que partido serán. Y las tendencias están cambiando en la recta final: hace unas semanas se esperaba un derrumbe masivo demócrata en la Cámara Baja, y ahora hay indicios de que podría ser menos terrible (aunque aún se pronostica que perderán el control).
Este cambio de tendencia tiene que ver en parte con un elenco de candidatos republicanos impulsados por su corriente ultraconservadora que tienen poca experiencia y se han mostrado, algunos, tan extremistas o ineptos que han acabado por beneficiar a los demócratas. Forman parte de una de las principales novedades políticas de estos comicios, el surgimiento del Tea Party, que representa una corriente populista y antielitista de derecha financiada, en parte, por millonarios republicanos.
Esta corriente ha revitalizado algunas bases republicanas pero también ha provocado tensiones internas, ya que en parte es una rebelión contra el liderazgo del partido. Unos 33 candidatos ligados al Tea Party tienen posibilidades reales de acceder a la Cámara Baja y ocho al Senado, lo que, a pesar de sus escasos números, cambiaría la dinámica en el Congreso, advierte «The New York Times», que cifró en 138 los candidatos del Tea Party en estas elecciones legislativas.
Fondos y votos
Con más de 3.500 millones de dólares que lubrican el engranaje de este ejercicio democrático, estos comicios a medio mandato son ya los más cara de la historia, calcula el Center for Responsive Politics.
A un nivel desconocido en generaciones, empresarios y multimillonarios con un interés en influir los resultados electorales que no ocultan están derramando dinero a las elecciones, afirma Tim Rutten de «Los Angeles Times». Señala que el surgimiento del Tea Party ha sido la gran noticia hasta ahora pero que tras la votación se podría constatar que el resurgimiento del gran empresariado y las grandes fortunas fueron mucho más significativo a la hora de definir los resultados electorales.
Todo esto nutre, por supuesto, la percepción popular de que los grandes intereses, y no los ciudadanos, son los que determinan en gran medida las elecciones en este país. ¿Y si mejor sólo se elige a los más honestos que no niegan su amplia experiencia en rendir servicios a cambio de dinero
El autobús de Sarah Palin, con el que la ex gobernadora de Alaska realiza una gira de quince días por treinta ciudades del país, llegó ayer a California en el tercer día de una gira electoral que, para delicia de los humoristas, la llevará en pleno Halloween hasta Delaware, donde apoyará a una política que coqueteó con la brujería.
Los hermanos Laird y Robin Monahan, veteranos de Vietnam, concluyeron ayer una travesía de 157 días por EEUU en protesta por el fallo del Tribunal Supremo que permite a las empresas contribuir sin límites a las campañas electorales, informó Efe. Aquel fallo anuló en enero otro de 1990 que permitía al Gobierno prohibir que las empresas gastaran dinero en propaganda que promoviera, expresamente, la elección o repudio de un candidato.
Los demócratas consideran que ese fallo ha permitido que aumenten los anuncios con todo tipo de ataques y las fuentes de financiación poco claras, sobre todo de cara a las elecciones del 2 de noviembre.
Los Monahan iniciaron en San Francisco un viaje por EEUU para protestar por el hecho de que las empresas puedan decidir el futuro político del país a golpe de chequera. GARA