El enterramiento en vida de 33 mineros durante más de dos meses en la mina San José ilustra la lógica de funcionamiento del capitalismo, más aún tras la revelación de que los mineros advirtieron ruidos no habituales antes del derrumbe y pese ello se les denegó la autorización para salir del yacimiento. Por supuesto, ese duro episodio no descubrió dicha lógica, pues anteriormente ya eran conocidas las condiciones a las que están sometidos los mineros y otros muchos trabajadores tanto en Chile como en otros muchos lugares. Era desconocida la lógica de un sistema que antepone el beneficio, cuanto más desmedido mejor, a la seguridad -en muchas ocasiones la vida- de las personas. También que «el sistema» no es un fenómeno natural incontrolable, pues los bolsillos a los que va a parar ese beneficio tienen dueños con nombres y apellidos, lo mismo que los responsables de los gobiernos que permiten sus desmanes. Lo ocurrido en la mina San José pudo ser una oportunidad para visualizar y denunciar esa realidad, pero también lo era para el negocio y para un presidente deseoso de un buen baño de popularidad. Continúa el espectáculo.