La entrevista a Arnaldo Otegi que ayer publicó el diario estadounidense «The Wall Street Journal» es políticamente importante por lo que dice y por quién lo dice. Pero también por el medio que la difundió. De tendencia conservadora y firme defensor del mercado libre, con una trayectoria de más de 120 años y una publicación que sobrepasa los dos millones de ejemplares, «The Wall Street Journal» es una referencia informativa de gran poder de influencia, con una posición editorial fuerte y fuertemente argumentada. En otras palabras, en el periodismo impreso mundial es un medio puntero, una potencia. Que hayan tomado la decisión de publicar a un político vasco preso y presentarlo como hombre clave de un futuro que el propio diario anticipa, no es de ninguna manera una cuestión menor.

Con un discurso certero, claro y clarificador sobre la dimensión de la apuesta de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi refrendó lo que ésta ha decidido y hecho público. A saber: la disposición a dejar el ciclo armado para seguir una estrategia pacífica que trasforme la política en términos radicalmente democráticos y hacer ganadora la opción independentista. Otegi fue más allá y demostró capacidad de anticipación al anunciar nuevas y significativas garantías sobre la irreversibilidad de esa decisión. En esa dirección, presagió nuevos acontecimientos que revertirían la presión hacia el Estado. Los redactores estadounidenses remarcaran estas palabras para presentarlas como «uno de los más fuertes indicios de que podría estar llegando el fin de ciclo».

La entrevista avaló que el líder abertzale es el político vasco de mayor impacto. El reto del cambio político que este país desea y merece, requiere una narrativa colectiva y un protagonista que la haga coherente. Arnaldo Otegi encarna a ojos de una gran mayoría de este país esa función simbólica y de gran potencial político. Haber asentado esa visión en la sicología social del país es un logro de gran valor. Mantenerlo preso les será cada día más difícil.