Derrota ante Fuenlabrada
Confiar está bien, pero no por ello hay que dejar de defender
El conjunto donostiarra sumó su sexta derrota consecutiva ante un Fuenlabrada que gozó de un acierto brutal, fruto de la poca intensidad local. Guardia masacró a los de Laso con cinco triples.
Arnaitz GORRITI I
¡Menudo chorreo! Menudo... no precisamente, sino un señor chorreo, un correctivo de los que hacen mucha pupa fue lo que recibió Lagun Aro GBC en su feudo ante el Fuenlabrada. Está visto que llevar el número de derrotas seguidas -con la de ayer, seis- de los donostiarras y comentarlo de viva voz -negro sobre blanco-, no sirve como conjuro para que la mala racha se trunque, pero ni el más pesimista hubiese pensado que los de Laso iban a cuajar un partido tan flojo ante un rival que también atraviesa un momento delicado, sobre todo tras haber quedado fuera de la Copa por una polémica derrota contra el Real Madrid.
Pero se ve que los de Salva Maldonado, que sólo han perdido una vez en Donostia, se sienten a gusto contra el cuadro guipuzcoano, y si éste se dedica a defender con la mirada -o ni eso-, pues entonces se encuentran como en casa.
Guardia se disfraza de Larry Bird
Los locales sólo se adelantaron 2-0, porque para cuando parpadearon, el marcador mostraba un 5-10 que iba a ser preludio de la que iba a caer.
Resultó particularmente penoso el partido de los interiores, excepto Mohamed Kone que, con algunos despistes, firmó su mejor partido con Lagun Aro GBC. Pero los titulares, sobre todo Miralles, realizaron un partido para olvidar. En ataque, mal que bien, algo aportaron, principalmente Doblas, pero en defensa hicieron aguas de manera ignominiosa. Todo un «dinosaurio» como Salva Guardia parecía la reencarnación de pesadilla de Larry Bird. El ex de Bilbao Basket, al que los achaques ya no le permiten alegrías en el poste bajo, masacró a triples -anotó 5 de 6 intentos- a su rival, ante la atónita mirada de sus defensores, los espectadores... y un Pablo Laso que no entendía cómo el pívot valenciano podía abrirse y tirar -o pasar, o penetrar...- ante la pasividad de sus muchachos.
Por parte donostiarra destacaría, con 17 puntos -y otros cinco triples- Jimmy Baron, con la ayuda de Panko y Kone. Poca cosa ante el mayúsculo acierto fuenlabreño, fruto del horror donostiarra en la retaguardia.
Con todo, después de llegar con 30-45 al descanso, Lagun Aro GBC mantuvo la fe en la remontada hasta los últimos minutos. El problema es que no bajaron de los 11 puntos de desventaja en ningún momento, ya que, cuando no era Guardia, aparecía Ayón o Biyombo o Valters para mostrarles que confiar y tener fe está bien, pero que hace falta seguir defendiendo. Los 20 puntos del final resultaron excesivos, pero tristemente merecidos.
Se agradece la honestidad de Pablo Laso para reconocer la derrota sufrida ante el Fuenlabrada. El técnico gasteiztarra no puso ningún paño caliente a la hora de asumir que su equipo recibió una «lección» por no estar a la altura en defensa.
«La lectura de este partido es muy sencilla: hemos ido detrás de ellos en defensa. Por supuesto que su acierto les ha permitido tener ventajas muy altas, pero si hay alguna característica nuestra es que somos sólidos en defensa, y esta vez hemos ido siempre detrás de ellos. Para nosotros es una lección dura de lo que es esta liga. Si no somos capaces de defender, nos será muy difícil competir contra cualquiera», reconoció.
Laso se quejó de los «fallos de concentración» en cuestiones que «veníamos preparando toda la semana», aunque le molesto más que no hubiera «ni esfuerzo defensivo», y se confesó preocupado de la actitud de sus jugadores.
Por contra, elogió, resignado, la actitud del Fuenlabrada. «Desde el primer minuto, ellos han jugado muy duro atrás, han movido bien el balón y han llevado el ritmo del partido». A. G.