Los datos del paro del mes pasado no dejan lugar a dudas: incrementa el número de personas en paro hasta niveles históricos y acreditan el fracaso de una política económica subordinada al mito de la austeridad, argumentada con la necesidad de reducir el déficit público y que conlleva el desmantelamiento de las conquistas sociales. Los reajustes estadísticos tras la falta de diligencia de unos servicios públicos de empleo que no contabilizaban el total de parados, y que hacen dudar sobre el significado real de los números en la política económica y sociolaboral, han dado un enfoque más claro de la situación. Si antes ésta era muy mala, la realidad es todavía mucho peor.

La crisis económica global ha demostrado que la cuasi religiosa promesa neoliberal -los mercados pueden autorregularse y traer una prosperidad sostenible para todos- es una mentira. Los niveles de paro y los índices de pobreza siguen subiendo y, aunque existen evidencias que demuestran que en tiempo de crisis y de gasto privado moderado el estímulo público y una fiscalidad progresiva y sostenible son una válvula de escape y una fuente de crecimiento económico, el incuestionable dominio de la ideología neoliberal ha reducido el debate económico a una cuestión de matices. Pero el estímulo y el déficit público son y serán necesarios para asegurar el gasto global a un nivel compatible con una política eficaz que aspire al pleno empleo. Para cumplir, en definitiva, con la responsabilidad de todo gobierno de mantener una sociedad inclusiva donde aquel que quiera trabajar pueda hacerlo.

Euskal Herria necesita hacer una política económica y sociolaboral que no esté dictada por el mito neoliberal, que tenga instrumentos propios para organizar y buscar la eficiencia colectiva en el trabajo y para disponer de una Seguridad Social al servicio del pueblo trabajador vasco. Necesita una fiscalidad justa y sostenible, unas finanzas públicas de vocación social, con capacidad de endeudamiento para estimular la economía vasca. Necesita conquistar el derecho a decidir y disponer. Madrid será hoy testigo de un sindicalismo comprometido con ese reto.