Maite SOROA | msoroa@gara.net
La convergencia entre ETA y ZP
Se acercan las elecciones, Zapatero ha anunciado su renuncia a la reelección y la izquierda abertzale presenta en sociedad una gran coalición. Son ingredientes suficientes para que el personal de la prensa unionista se ponga en plan rampante.
Ayer, en «El Diario Vasco», el habitual José María Muguruza nos ofrecía una versión disparatada de la historia según la cual «ETA y el sr. Rodríguez Zapatero comprendieron que sus respectivos proyectos políticos les llevaban a importantes intereses comunes que justificaban un proceso de convergencia hasta el punto en que resultara útil para ambos».
No se crean que se queda en el mero enunciado de la melonada. Luego explica cómo se concreta esa convergencia: «Concretamente, el debilitamiento progresivo de la idea de España como unidad política representativa de un patrimonio histórico, cultural y de usos y costumbres sociales, así como de Nación única e indisoluble para afrontar el futuro de todos los españoles, servía sin duda alguna tanto al proyecto político del sr. Rodríguez Zapatero como al de ETA. Al primero, porque su objetivo fundamental es la transformación cultural de la sociedad española, la ruptura del curso de la tradición de usos y costumbres de unas generaciones a otras y su tránsito hacia una sociedad relativista carente de toda clase de principios y valores de carácter permanente. Y a la organización terrorista, como paso necesario para conseguir la secesión de los territorios vascos y avanzar en la construcción nacional de Euskal Herria».
Pero tampoco se queda ahí el tío. Pese a lo que el resto de la ciudadanía contempla, insiste: «este proceso de convergencia (...) vive una situación de alta intensidad, pues es claro que ETA busca una posición relevante en las instituciones y el gobierno está dispuesto a aceptarla, aunque por razones obvias no puede declararlo así públicamente y pretende demostrar lo contrario. Esta es la gran mentira». Pues la verdad es que el Gobierno español disimula de lo lindo.
Lo mejor es que el tío parece convencido del desastre que viene: «tengo la convicción de que esta operación llegará a puerto». Ya les dije el sábado que estaba subiendo mucho la temperatura.