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«Quedan muchas historias por contar relacionadas con la Guerra del 36»

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Mikel BEGOÑA e IÑAKET I Guionista y dibujante

Mikel Begoña (Sopela, 1964) compagina su labor de bibliotecario en Bilbo con sus dos grandes pasiones, la historia y el cómic. Iñaket (Bilbo, 1965) es ilustrador y ha trabajado en diversas series de televisión y cine como animador. Fruto de esta reunión ha sido «Tristísima ceniza. Un tebeo de Robert Capa en Bilbao». Actualmente, ambos se encuentran trabajando en su nuevo proyecto «El pico de los cuervos. Sentencia cumplida», un cómic que incide en las heridas abiertas legadas por la España franquista.

Koldo LANDALUZE |

«De aquel trueno, de aquella terrible llamarada que creció ante mis ojos, para siempre ha quedado, confundido con el aire, un polvo de odio, una tristísima ceniza...». De entre los versos que José Agustín Goytisolo compuso en recuerdo a su madre, fallecida en un bombardeo sobre Barcelona, se asoma el título que da sentido al cómic firmado por el guionista Mikel Begoña y el dibujante Iñaket. «Tristísima ceniza. Un tebeo de Robert Capa en Bilbao» fue concebida en su origen como una obra autoeditada pero que, finalmente, ha visto la luz a través de varias ediciones de lujo publicadas por la prestigiosa editorial catalana Norma y la editorial del Estado francés Cambourakis. En la misma escenografía que un día fotografió Robert Capa, conversamos con sus autores.

¿Cómo surgió «Tristísima ceniza. Un tebeo de Robert Capa en Bilbao»?

Mikel: En 2007 publiqué «Mar de plomo», un cómic basado en la Batalla de Matxitxako. Fue una autoedición en la que colaboró un dibujante argentino afincado en Bilbo llamado Ricardo Sendra. Después de aquella experiencia me quedé con ganas de seguir contando historias relacionadas con Euskal Herria y, por ese motivo, retomé la Guerra del 36 y preparé un guión inspirado en la Batalla de Sollube. Todavía quedan muchas historias por contar relacionadas con esta guerra. Contacté con Iñaket, le propuse el tema y se puso de inmediato a hacer bocetos y a calibrar el ritmo que iba a tener la obra. La inclusión de Robert Capa en la trama fue una especie de gancho para las editoriales. En un principio iba a ser un personaje secundario dentro de la trama, pero a medida que avanzábamos en la gestación de la obra, comprobamos que su rol era protagonista.

Iñaket: Lo cierto es que los guiones de Mikel son un poco caóticos (ríe). Es un guión muy vivo, cambia constantemente. Al principio la historia se centraba en la Batalla de Sollube y Capa sólo aparecía en dos páginas. Lo que yo hice fue hacer una primera lectura, montarme mi película en la cabeza y comenzar a dibujarlo a partir de los guiones cambiantes que Mikel me proporcionaba.

En una relación a dos bandas la química es fundamental.

I: No hemos tenido ningún problema. Incluso cuando veía necesario algún cambio de texto o diálogo siempre se lo consultaba a sabiendas de que no habría ninguna pega por su parte. Tenemos muy buena comunicación y Mikel siempre tiene mucha confianza en mis opiniones. Sus guiones nunca son cerrados.

Los dibujos gozan de un trazo muy dinámico y expresivo. Destaca su claroscuro y el subrayado del tono azul.

I: Sí. Trabajé con el azul, porque al principio iba a ser una obra autoeditada y a color el presupuesto se disparaba. El azul me limitaba bastante a la hora de concretar las tonalidades pero me ha ayudado a aprender a trabajar con este tipo de complicaciones. Según dicta la escena, la línea se vuelve más agresiva o, por el contrario, se vuelve más clara.

¿En qué fechas topamos a Robert Capa en las calles de Bilbo?

M: El 1 de mayo todavía se encontraba en París. Pero, dos días más tarde ya se pasea por Bilbo donde realiza algunas fotografías que son muy conocidas. Después se trasladó a Sollube y el 14 de mayo arribó a las costas de Baiona a bordo de un pesquero.

¿Qué Bilbo nos encontramos en las viñetas de «Tristísima Ceniza»?

M: En mayo de 1937 se estaba intentando imponer un bloqueo marítimo por parte de las tropas nacionales para evitar el aprovisionamiento de víveres y munición. El puerto de Bilbo era un punto estratégico muy importante que no pasó desapercibido a los franquistas. Este bloqueo también contó con el apoyo del llamado «Comité de Londres» en el cual estaban representados algunos de los estados europeos más importantes de la época. No nos encontramos con un Bilbo especialmente sacudido por la hambruna, pero sí se encuentra en un momento que determinará su futuro inmediato.

¿Y qué Robert Capa nos encontramos?

M: Por entonces comenzaba a ser conocido. Fue su compañera Gerda Taro quien le rebautizó como Robert Capa, su verdadero nombre era Endre Ernö Friedmann. En esta historia topamos con un fotógrafo joven que ya ha dejado su firma en algunas revistas muy prestigiosas como «Regards». No hay que olvidar que detrás de la firma «Robert Capa» está su compañera y ella se esforzó mucho en perfilar su mito como reportero de guerra. La presencia de Capa en la obra tiene la función de ser el hilo conductor de la narración y en torno a ella se tejen diversas historias que, en mi opinión, no son menores. Paralelamente topamos con las vivencias de un miliciano de Santurtzi y de una joven belga que llegó a Euskal Herria como voluntaria.

Entre los personajes con los que tropieza Capa descubrimos a un viejo conocido, Corto Maltés. ¿Su presencia es un homenaje a aquella leyenda relacionada con su desaparición en la Guerra del 36?

I: Esa leyenda es cierta, pero su creador, Hugo Pratt, la desmintió. En mi caso, lo he dibujado en Madrid, porque se decía que Corto Maltés coincidió allí con Hemingway y Capa. Aprovechando esta cobertura, lo coloqué en una esquinita del bar del célebre Hotel Florida. Es una pequeña licencia que me he tomado porque soy un gran admirador de sus cómics y aprovechando la cobertura de estar dibujando una historia ambientada en la Guerra del 36, me apetecía incluirlo.

¿Hacia dónde deriva la trama?

M: El argumento se compone de dos partes. La primera se desarrolla en Bilbo y la segunda en México. En la primera descubrimos el sufrimiento de Robert Capa tras el fallecimiento de Gerda Taro en junio del 37 y la segunda parte adquiere la postura de una reflexión de lo que supuso para Capa la pérdida de su compañera, de las heridas emocionales que le legó la Guerra del 36 y la catástrofe que se avecinaba en forma de guerra mundial. En la primera asistimos a la caída de Bilbo y en la segunda a la caída de París.

Una parte fundamental en este tipo de proyectos es la documentación.

I: Por fortuna hay mucho material relacionado con la guerra. Me documentaba dependiendo de la parte del guión que estaba leyendo y utilizaba internet, documentales y multitud de archivos fotográficos. Ha sido una labor muy exhaustiva pero muy bonita. Incluso cuando esbozaba tímidamente un avión, sus características se correspondían a las que encontraba en los libros o en las fotos.

¿Cuáles son las viñetas que mayor satisfacción le han producido?

I: Me lo he pasado muy bien dibujando las fotos previas de Capa. Hay un encadenado de viñetas que recrean varias escenas reales vividas por él en Bilbo. Por ejemplo, sacó una foto muy conocida en el Arenal a una madre y su hija. La madre está mirando hacia arriba y la niña lleva el abrigo mal colocado. Yo lo que he hecho ha sido dibujar a esa madre colocándole bien el abrigo a la niña, momentos antes de que salgan en la foto. En otra viñeta Capa comparte paseo con el embajador francés por el Casco Viejo y advierte la presencia de dos niñas que le están observando. Esas dos niñas están inspiradas en otra foto muy conocida en la que también aparecen dos y una de ellas está llorando. Lo que he pretendido ha sido recrear esas escenas que motivaron a Capa a fotografiarlas. Pero, sin duda, el mayor respiro y alivio llegó cuando dibujé la última página. Durante el trayecto, catorce meses, parecía que la obra no se iba a acabar nunca y sentí esa liberación que produce saber que has sido capaz de llevar a cabo una obra de esta magnitud.

«Me hubiera gustado publicar `Tristísima ceniza' en euskara»

¿Cómo se encuentra actualmente el mundo del cómic, después de la gran eclosión que vivió en la década de los 80?

Mikel: Yo lo veo mejor que nunca. Se está publicando mucho cómic y de gran calidad, sobre todo en el Estado francés. En el Estado español se sigue un poco la estela de otros países, pero está surgiendo gente muy interesante. Digamos que bajo la etiqueta de «novela gráfica» se ha encontrado una vía muy pujante en la que hay cabida para una gran cantidad de obras que apuestan por lo novedoso. El otro día, nos dijeron unos editores franceses que se están publicando cerca de cuatrocientas novedades al mes. Es una lástima que toda esta nueva eclosión no se esté aprovechando aquí. Sería una buena excusa para que las editoriales de Euskal Herria apostaran por este modelo creativo. Creo que resultaría muy interesante arriesgar por un tipo de novela gráfica hecha aquí y que trate temáticas nuestras. A mí me hubiera gustado publicar «Tristísima ceniza» en euskara, pero recibimos las ofertas de Norma y Cambourakis y optamos por ellos. Es una lástima que se publique en castellano y francés y que, por el momento, no salga en euskara. K. L.

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