La OTAN y los rebeldes libios rechazan el alto el fuego ofrecido por Gadafi
«Déjennos negociar con ustedes, los países que nos atacan». Con esas palabras, y por vez primera desde que estallaran las protestas antigubernamentales en Libia, el líder libio, Muamar al-Gadafi, se mostró dispuesto al cese de las hostilidades y abierto a la negociación. Sin embargo, la respuesta tanto por parte de los rebeldes del CNT como de los países de la Alianza Atlántica fue tajante y ambos cerraron la puerta a cualquier tipo de diálogo con el régimen.
GARA | TRÍPOLI
El contestado líder libio, Muamar al-Gadafi, reiteró ayer que no renunciará al poder y lanzó un mensaje a los Gobiernos estadounidense y francés insistiendo en que sólo el diálogo conseguirá poner fin al enquistado conflicto libio.
«Nadie puede forzarme a abandonar mi país y nadie puede decirme que no pelee por él», añadió el coronel, en un mensaje retransmitido la madrugada de ayer por el canal estatal Al-Jamahiriya mientras las fuerzas aliadas arremetían con fuerza contra Trípoli y otras ciudades del país.
La agencia oficial de noticias JANA y la propia televisión, ambas recogidas por Prensa Latina, informaron de bombardeos en las inmediaciones de la sede del citado canal, y aseguraron que algunos de los proyectiles cayeron cerca del edificio de la Fiscalía General y de otras instalaciones gubernamentales.
Mientras los aviones de la OTAN vaciaban sus vientres sobre la capital libia, Gadafi instaba al Estado francés y a EEUU a negociar una salida política a la crisis en Libia o a aceptar un armisticio, «pero éste no puede ser de un sólo lado».
El coronel recalcó que todas las partes deben estar involucradas en las negociaciones para el cese de las hostilidades, y no únicamente sus propias fuerzas, que combaten a los rebeldes en el este del país y en zonas occidentales como Misrata.
Al pedir el cese de los bombardeos, señaló que las tropas libias no atacan a las potencias occidentales ni cruzan el mar. «Déjennos negociar con ustedes, los países que nos atacan, déjennos negociar», subrayó.
Sin embargo, la Alianza Atlántica rechazó la propuesta, aduciendo que debería ser el propio Gadafi quien, en primer lugar, protegiera a la población civil.
«La OTAN continuará con sus operaciones hasta que todos los ataques y las amenazas contra la población civil se hayan detenido, hasta que todos los pro Gadafi, incluyendo fuerzas paramilitares y mercenarios, hayan vuelto a sus bases», señaló un funcionario de la OTAN.
El Consejo Nacional de Transición (CNT), el máximo organismo que representa a los rebeldes en Libia, también rechazó cualquier tipo de diálogo con el líder libio, en el poder desde 1969, alegando que no tiene ningún papel que desempeñar en el futuro.
«El régimen de Gadafi ha perdido toda la credibilidad, el pueblo libio no puede imaginar o aceptar ningún futuro en Libia en el que el régimen del coronel desempeñe cualquier papel», expresó el presidente del CNT, Abdelhafid Ghoga, en un comunicado difundido en Bengasi.
Ghoga agregó que el ofrecimiento de Gadafi se produce «sólo para continuar violando los derechos humanos fundamentales, las leyes humanitarias internacionales, y la seguridad de Libia y toda la región».
El CNT libio se ha comprometido formalmente a no utilizar minas antipersona ni anticarro, según la ONG Human Rights Watch. Además, los sublevados destruirán todas las minas de este tipo que obran en su poder.
En Misrata, ciudad rebelde libia rodeada por las fuerzas gadafistas, centenares de refugiados desesperan en el puerto, colapsado después de que Trípoli amenazara con atacar cualquier barco que considere peligroso. «No hay agua, no hay comida, nada», se lamenta un refugiado ghanés agotado.
A última hora de ayer, el puerto permanecía «totalmente bloqueado», según Fadel Mukadem, de la ONG Mercy Cops: un navío con ayuda humanitaria llegado el jueves permanecía atracado sin poder salir, mientras otras tres embarcaciones aguardaban la luz verde de la OTAN para poder atracar en Misrata.
«La OTAN me ha dicho que todavía hay minas marinas» colocadas por las tropas leales al coronel Muamar al-Gadafi, indicó Mukadem.
Justo al lado del puerto, en un campamento improvisado, falta de todo, en una espera de pesadilla para los nerviosos refugiados africanos, en su mayoría ghaneses y nigerianos, que aguardan su evacuación en «condiciones infrahumanas», según informaciones de la Media Luna Roja. Precisamente, es ese organismo el encargado de llevar al millar de refugiados los pocos víveres y medicinas de que disponen. A la espera de poder tomar un barco que los saque de la ciudad, sobreviven en un mar de polvo y basura. M. BASTIAN (AFP)