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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

Madame la Présidente

 

Allen es un viejo zorro que ha sabido buscar publicidad gratuita para su comedia parisina. Como no podía ser de otra forma, el almuerzo informal con Nicolas Sarzokzy y la Primera Dama no pasó desapercibido a la prensa, más aún al saberse que propuso a Carla Bruni aparecer en la película.

Iba a ser un pequeño papel sin importancia, pero suficiente para que se armara el revuelo que se ha armado. El cineasta neoyorquino ni se ha molestado en desmentir el sinfín de especulaciones que se han venido lanzando en los medios durante todo este tiempo, porque la mayoría de ellas eran puras invenciones que caían por su propio peso.

En ningún momento Carla Bruni ha dicho que pretenda iniciar una carrera como actriz, consciente de su condición de personaje invitado. Por lo tanto, los comentarios sobre su supuestá pésima interpretación sobraban, ya que tampoco se le exigía el mismo rendimiento profesional que a sus compañeros de reparto. El sueldo que ha cobrado (150 euros) es el de un extra.

Se llegó a decir que tuvo que repetir una escena sin diálogos hasta la extenuación, cuando Woody Allen repite en sus rodajes cada toma un número determinado de veces de forma sistemática. También se dijo que hubo que volver a filmar su secuencia con Léa Seydoux después de terminado el rodaje. Luego, la joven actriz ha confesado que nunca compartió plano con Carla Bruni.

Menos mal que en el mercado francófono no hay ninguna Loles León, porque ya la habría acusado de intrusismo, como lo hizo con la Princesa del Pueblo.

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