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El mayor tesoro del Panathinaikos presentación Último fichaje baskonista

El penúltimo golpe de Obradovic, el líder que siempre está ahí

El técnico serbio estuvo a punto de abandonar el PAO tras caer en el Top 16 de 2010. Sólo los ultras del cuadro ateniense lo convencieron para que siguiera.

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Arnaitz GORRITI

El triunfo del Panathinaikos en la pasada Final Four de Barcelona puso en los altares a dos personas: Dimitris Diamantidis, el líder del PAO sobre el parqué, MVP de la campaña 2010/11, mejor defensor y MVP de la final. Y Zeljko Obradovic, técnico que lograba su octavo entorchado continental, igualando él solo al Real Madrid -equipo al que hizo campeón en 1995-, el conjunto más laureado del panorama continental.

La historia de Zeljko Obradovic está llena de decisiones abruptas. Después de debutar en el Borac a las órdenes de Aza Nikolic, llegó al Partizan de Belgrado mediada la década de los 80. Base cerebral, buen defensor y tirador, se mantuvo siempre a la sombra de jugadores como Divac o Paspalj, y más tarde de Djordjevic. Su serenidad convenció a Dusan Ivkovic para llevarlo con la selección yugoslava a las citas de Seúl'1988 -con 28 años-, Zagreb'1989 -el primer oro de los Petrovic, Kukoc, Radja, Divac...- y Argentina 1990.

Pero su historia cambió en 1991, en plena concentración del Eurobasket de Italia. Obradovic recibía una llamada del legendario Dragan Kiçanoviç, por entonces director deportivo del Partizan, que le ofrecía hacerse cargo del primer equipo con la condición de incorporarse de manera inmediata. No lo dudó.

«La temporada que acabé mi carrera de jugador tenía una oferta de bastante dinero en el extranjero», evoca Obradovic en el libro `Sueños robados. El baloncesto yugoslavo', de Juanan Hinojo -Ediciones JC-. «Y me dije: `No, yo quiero ser entrenador'. Aunque gane menos dinero». La verdad es que no le fue mal del todo: debutó ganando la Final Four. Y ya tiene siete más.

Convencido y recuperado

Pero incluso Obradovic ha tenido sus momentos de flaqueza. En el Eurobasket de Serbia & Montenegro 2005, no logró conjuntar a una selección plavi que, amén del ridículo deportivo -eliminada en la primera fase-, acabó a golpes entre los jugadores «europeos» y los NBA.

Pero el suceso más rocambolesco llegaba en febrero de 2010. En pleno Top 16 de la Euroliga, tras la derrota contra el Maroussi -vecino pobre, sin comillas, del PAO- y el Panathinaikos casi eliminado, corrió el rumor de que Obradovic iba a abandonar su cargo. La reacción de los hinchas -sobre todo de los ultras del Gate 13-, fue contundente y emocionante. Cerca de 1.000 ultras invadieron el parking del Panathinaikos para animar a los jugadores y en especial para pedirle a Obradovic que no dimitiera, logrando su objetivo.

Ya en esta campaña, Panathinaikos perdía a Jasikevicius y, sobre todo, Spanoulis, que «traicionaba» al PAO para irse al Olympiacos. Pocos apostaban por el cuadro ateniense, pero Obradovic se encomendó a su «guardia pretoriana» -Batiste, Fotsis y Diamantidis- para dar su último -¿penúltimo?- golpe.

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