Claudio se sitúa frente a la primera fotografía, una imagen de la soprano Ainhoa Arteta que se abraza a sí misma en un gesto de ensimismamiento. Lee el rótulo escrito en braille, mide con las manos la dimensión del cuadro y sus dedos empiezan a recorrer con avidez los relieves de la imagen, los ojos cerrados, el antifaz en la frente (todas las imágenes llevan alguna referencia a la ceguera)... hasta que llega a las manos. No entiende la posición de la mano que se cierra sobre el hombro, se impacienta, hace preguntas, hasta que estalla: «Ya está. Está así», dice, dándose la vuelta y abrazándose.

Claudio Congosto perdió la vista en un accidente a los 18 años. Le acompaña Javier Martínez, otro afiliado de la ONCE. Era profesor de Matemáticas en la Escuela de Ingenieros, en la Casilla, hasta que un derrame le dejó con la visión muy disminuida. «Si me acerco a un palmo del papel soy capaz de leer, pero apenas veo a un metro», confiesa. Pero es capaz de moverse con una cierta cautela entre la gente que ya está llenando la sala o de llevar a Claudio hasta la siguiente fotografía, que es un primerísimo plano de la cantante saharaui Aziza Brahim.

«Es una cantante que acompañó a los Oreka TX en una gira», le decimos. «Es una mujer muy bella», añade otro, mientras sus dedos vuelan por encima de la figura. «Cuesta captar el encuadre. Yo venía con la idea de que eran figuras enteras y son primeros planos. Le voy a decir a Juan que debería añadir un texto indicativo del plano», se queja. Es un espectáculo verle realizando sus veloces glissandos sobre los labios o el micrófono de la cantante.

Juan Torre, el autor de las imágenes, saluda a los que llegan o cruza la sala, habla con los músicos de la academia Mr Jam que preparan la actuación. Nadie diría que tiene problemas de visión, pero a los 19 años le diagnosticaron el síndrome de Bechet, una enfermedad que le dejó con un diez por ciento de su capacidad de visión.

Era la década de los 80, los años de la reconversión y de las luchas obreras. Precisamente le concedieron el premio Fotopress por una de las imágenes de obreros luchando contra la Policía en el Puente del Euskaduna. Sus fotografías ocupaban las portadas de «Diario 16». Es suya también una de las imágenes históricas de Txomin Iturbe. Aparece esposado entre dos gendarmes, saliendo por la puerta trasera de la prefectura de Baiona. El resto de los fotógrafos, unos cuarenta, estaban en la entrada principal.

Como en los recortables

Las cuarenta fotografías con relieve que ahora presenta tienen naturalmente todo ese poso de profesionalidad. Aparecen artistas como Luz Casal, Kepa Junkera, Fito, El Drogas, Mikel Erentxun, Ainhoa Arteta, Paco de Lucía, Sole Jiménez, Herbie Hancock, Rosendo, Oskorri...

También asiste a la inauguración Nancy Martin, una empleada de Estudios Durero, la empresa que ha realizado la puesta en relieve de las fotografías. Le digo si puede explicarme la técnica que utilizan para lograr el relieve.

«De pequeña me gustaba jugar con los recortables y es un proceso parecido: primero pones el bikini y encima el vestido. Cogemos una foto, por ejemplo, ésta de Angel Unzu, y la descomponemos en planos. Están primero las cuerdas del laúd, luego viene la caja del instrumento y luego la mano... Los planos que hay que resaltar reciben más tinta. Es la primera vez que se aplica la técnica en la fotografía. El mérito de nuestro jefe, Ander Soriano, que se atreve con todo», dice.