Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com

Nidos de tormenta

Algunos fenómenos meteorológicos tienen tal «querencia» por determinados lugares que, con el paso del tiempo, se han llegado a convertir en topónimos (nombre propio del lugar). Eso explica la existencia de pueblos como Niebla en Huelva, Ventosa en la Rioja, Rioseco de Soria en la provincia homó- nima, Montefrío en Granada, Llueves en Asturias… y de montañas como La Peña del Viento en Picos de Europa, El Pico de las Tormentas (Maladeta) en Pirineos o El Cerro de la Truena y La Sierra del Rayo en el Sistema Ibérico.

¿Cuál puede ser la razón por la que las nieblas se acomoden con más facilidad en un determinado valle o por la que los rayos caigan con más asiduidad sobre un mismo lugar? Se trata de una sencilla relación entre el clima local (lo que ocurre habitualmente en el cielo) y la forma del territorio (lo que hay habitualmente en el suelo). Por una parte, las situaciones meteorológicas tienden a repetirse y, por otra, el relieve mantiene fijas sus características de «atracción» de determinados meteoros.
En el caso de las tormentas, la inestabilidad necesaria para que se produzcan se repite con situaciones meteorológicas como la llegada de un frente frío o el excesivo calentamiento de las capas bajas del aire en los meses cálidos. Cuando las grandes corrientes ascendentes de aire que lo desencadenan todo tengan que elegir un terrero, preferirán los relieves montañosos. Primero, porque por sus rampas se elevarán con más facilidad y, segundo, porque en sus cimas podrán depositar más cómodamente los rayos.
Una región en donde se desarrollan más frecuentemente las tormentas que en las regiones vecinas se conoce como Nido de Tormenta. Uno de los lugares con más actividad tormentosa de la península es el sector oriental del Sistema Ibérico. En el Pirineo, se repiten la tormentas de verano sobre los macizos de Monte Perdido, Posest, Aneto-Maladeta… Repartidos por toda la geografía peninsular, los nidos de tormenta son perseguidos y analizados por los entusiastas cazadores de tormentas y temidos por quienes por motivos deportivos frecuentamos las montañas.