
Una vuelta de tuerca de incierto resultado
La decisi�n del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Luis Moreno Ocampo, de pedir el arresto de Muamar al Gadafi, de su hijo Saif el Islam y de su cu�ado Abdul� el Senusi constituye una vuelta de tuerca en la presi�n que la comunidad internacional, al menos una parte de ella, est� ejerciendo contra el mandatario libio, al objeto de que abandone el poder y acepte un cambio de r�gimen en el pa�s norteafricano. Con esta petici�n, el mensaje que se le est� trasladando a Gadafi y a los suyos es que apenas le quedan unas semanas para poder aceptar una retirada, m�s o menos acordada y supervisada por sus adversarios, a un tercer pa�s, ya que una vez la CPI ordene su detenci�n, esta opci�n quedar�a desechada.
La petici�n de Ocampo, cuya inusual celeridad en este caso ha llamado la atenci�n, es tambi�n un aviso a aquellas personas que permanecen fieles al coronel que durante cuatro d�cadas ha gobernado sobre Libia. Despu�s de varias semanas en las que el frente de guerra permanece pr�cticamente inalterado, m�s all� de algunas escaramuzas por ambas partes, los aliados occidentales pretenden que el r�gimen gadafista implosione y que sean los suyos, ante la perspectiva de seguir la suerte de su l�der, quienes lo abandonen.
Sin embargo, el desenlace de este nuevo paso es incierto. Acorralar, sin m�s salida que el enfrentamiento, a un gobernante que, aun sufriendo muchas bajas -incluso en su propia familia- y causando un gran sufrimiento a gran parte de su pueblo, ha demostrado ser capaz de resistir a los ataques de la OTAN y ha dejado en evidencia la incapacidad de los que se supone son la alternativa a su gobierno, podr�a llevar este conflicto a un punto de no retorno y dram�ticas consecuencias. Porque si Gadafi acepta el envite y no cede ante las presiones, ser�n las potencias occidentales las que sean rehenes de sus propias decisiones, al verse obligadas a entrar en una guerra abierta para la que no tienen permiso y que gran parte del mundo �rabe rechaza.