El lunes, Arteleku y Tabakalera dieron comienzo a un taller llamado «Sistematurgia: hacia una performance interactiva», con el fin de reflexionar y enseñar formas de construcción de proyectos interactivos unidos con las artes escénicas. Para ello, un grupo formado de ámbitos tan distintos como el tecnológico (electrónica, informática, ingeniería de sonido...) o el artístico (danza, actuación, bellas artes, diseño...) empezó a trabajar en base a un software creado por Marcel.lí Antúnez junto con Oriol Ibáñez y Javier Chávarri.

En un descanso, hablamos con Antúnez, artista con 30 años de trayectoria, primero en La Fura dels Baus y luego en solitario, utilizando la dramaturgia de los sistemas computacionales, la sistematurgia.

¿Cuál es la intención del taller?

Intento transmitir un conocimiento que he ido adquiriendo con mi experiencia y poner en juego algunas ideas que creo que no están al alcance de todos. Entre otras cosas, porque quizás tampoco me he preocupado mucho de publicarlas. Entonces, desde hace unos cuatro años abordo este aspecto docente que empezó de forma teórica y ha ido adquiriendo un matiz práctico. Y esta es la primera vez que planteamos que de aquí salga un grupo de trabajo.

¿Cuál es su base?

Hemos desarrollado una serie de plantillas interactivas sin contenido. La idea es que estos patrones se llenen de contenidos. Para interactuar traeremos sensores, micros con cámara y un joistic que permite, por ejemplo, deformar la voz.

El juego es importante.

Juego con las imágenes, pero con un propósito muy definido que va más allá del juego, porque en realidad lo que pretendo es no tanto ver cómo se disfruta, sino utilizar ese proceso abierto que podría parecerse al juego para construir en tiempo real situaciones, o para enfatizarlas, modelarlas, sincronizarlas... Efectivamente hay un principio de juego. Una de las formas interactivas más importantes de los últimos años son los videojuegos, y me puedo inspirar en ellos, me pueden servir, pero el propósito final es trabajar con estructuras que permitan modular en el tiempo y transformar las ideas. El propósito puede ser de tipo compositivo, más cercano de la música o la danza, o del tipo claramente narrativo, contar una historia.

Contar historias mezclando muchos elementos: imágenes, música, danza...

Vemos una película o una obra de teatro como si fuera sólo una cosa y es en realidad una cosa hecha de muchas otras: una buena composición, una buena puesta en escena, una buena interpretación de los bailarines... Son lenguajes que coexisten y emergen en una sola obra. Aquí pasa algo parecido, pero la gestión se hace de forma interactiva, con la idea de que quizás pueda convertirse en un nuevo contexto de presentación o narración. Por poner un ejemplo, es posible conectarse mediante el streaming desde casa e interactuar con el grupo.