«Bestezuelas» deber ser el tercer largometraje del valenciano Carles Pastor, teniendo en cuenta que debutó hace quince años con «Una piraña en el bidé» y, más recientemente, realizó el casi inédito «A ras de suelo». Sigue activo gracias a los encargos televisivos, lo que le ha permitido realizar este humilde y honesto thriller ambientado en el mundo de las apuestas del canódromo.

Las carreras de galgos sirven de metáfora para definir a los protagonistas que componen el triángulo amoroso de «Bestezuelas», ya que, al igual que esos veloces perros, corren detrás de un señuelo descubriendo al final que no hay ningún objetivo real para ellos.

Gustavo Salmerón sale de la cárcel y quien le espera es Marian Álvarez, que sueña con formar una familia con él. Pero también ha de contactar con su anciano tío, quien le quiere legar su canódromo antes de morir. El trío lo completa Roger Casamajor, que es el chico para todo en el trabajo con los galgos. Pese a su posición desfavorable, no renuncia al amor de la chica ya comprometida. El robo de la recaudación aumentará la tensión interna y, al reparto, se querrán sumar otros atracadores.

La música de Caldito pone un toque flamenco a las localizaciones de barrio, recuperando el estilo de aquellas películas sobre la delincuencia marginal en la transición. No en vano, el tema de las carreras de galgos remite a esa época, ya que ese tipo de apuestas van siendo desplazadas por aquellas que se sirven de las nuevas tecnologías.